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Pedro Ticas  
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2. El terremoto endémico salvadoreño: apología de un estado anacrónico.

 EL TERREMOTO ENDEMICO SALVADOREÑO:
 apología de un estado anacrónico.
Primera parte: La endemia económica.
 
 
 
Economía nacional:
diagnóstico de una enfermedad que no parece tener cura.
 
            Por todos es conocida la eterna crisis económica de este país. Históricamente, la economía ha funcionado en pequeñas unidades de capital individual que muy poco han facilitado el cumplimiento del ciclo de rotación capitalista internacional. Dentro de esta lógica, desde hace unos años, la economía nacional se sustenta sobre la base de una industria manufacturera que si bien es cierto ha facilitado el acceso a la venta de trabajo, también ha abaratado la misma a partir de la modificación de su precio. Sin duda que reflexionar y analizar los aciertos o desaciertos de esta política económica y del trabajo, requeriría de un sinnúmero de páginas por llenar y de otros tantos argumentos por sostener, mismos que finalmente quedarían en las "formas coyunturales" del comportamiento socioeconómico y cultural acostumbrado en esta sociedad, de manera que por ahora solo presentaremos breves apreciaciones sobre el tema económico en general.
            Ciertamente, el orden económico nacional debe ser visto desde y hacia las nuevas disposiciones políticas de la economía internacional dominada por el producto tecnológico y comercial. Parece evidente que la fase comercial del sistema capitalista ha entrado a una de sus etapas de más alta expresión de valores, básicamente en dos sentidos: primero, la sobreacumulación de capital y segundo, la multiplicación de pequeñas economías de subsistencia. En el primer caso, con el desarrollo tecnológico de algunos países (que obviamente no incluye a El Salvador), las mercancías han alcanzado nuevos valores en el momento de su circulación, con ello, el capital circulante aumenta y la acumulación de riqueza a partir del mercado se incrementa en una lógica mercantil simple de comprar y vender predominantemente de forma especulativa. Desde luego que la acumulación no significa producción de riqueza en las naciones ya que el único capaz de producir esa riqueza es el ser humano. Asimismo en esta fase tecnológica del capital,  la relación trabajo-jornada sostenida por el capital industrial desde hace dos siglos, se ha modificado. La ganancia se presenta simplemente en el uso constante de la reproducción ampliada durante el proceso de producción y la tendencia a convertir el trabajo en dinero aumenta desproporcionalmente a la capacidad del trabajador, en tal sentido, parece ser que en economías tan pequeñas como la nacional, una de las pocas vías de acceso al mercado del dinero estará orientada hacia la multiplicación de economías de sobrevivencia respaldadas por el "derecho económico que tiene por efecto o función, asegurar la reproducción ampliada del capital"1
            En el segundo caso, en 19932 y posteriormente en 19993 señalé que debido a las condiciones históricas y recursos naturales y materiales con los que contaba el país,  una de las formas de restablecer la economía salvadoreña habría de ser mediante la organización de pequeñas unidades productivas de tipo familiar y local que abrieran el mercado de dinero, trabajoy productos para el intercambio de bienes entre las comunidades, localidades y regiones. En esa época señalé que implementar unidades de producción de alta tecnología reduciría las posibilidades de especialización de la fuerza de trabajo en cualquiera de las ramas del capital nacional. Aquí y ahora, de acuerdo a mis estimaciones, el planteamiento continúa siendo propicio. Por ejemplo, la instalación de industrias maquiladoras ofrece una forma de supervivencia al trabajador, sobre todo porque una parte considerable de trabajadores ingresan al mercado de trabajo de manera automática y rápida (principalmente trabajadores migratorios), de manera que hasta cierto punto, este medio de trabajo es bueno y efectivo. Sin embargo, el problema es que las maquiladoras todavía sostienen el modelo tradicional de la industria en la relación trabajador-jornada, sin tomar en cuenta que el modelo capitalista moderno (implementado desde hace más de 20 años) ha convertido la relación trabajador-jornada en trabajador-especialización, lo que entre otras cosas, acelera el ciclo de la producción logrando mayor número de rotaciones en períodos más cortos; mientras que el modelo tradicional obstaculiza la diversificación de las formas productivas y reduce el valor del trabajo; en virtud de lo anterior, quizás si los propietarios de maquilas modificaran este modelo, la maquila aportaría mejores y diversificadas formas de especialización del trabajo que se traduciría en la elevación del precio del trabajo y no necesariamente del salario por supuesto en el caso de encontrar inteligencia empresarial. Por otra parte, todo parece indicar que en este siglo, el capital comercial penetrará hasta las últimas esferas de las sociedades, aún en aquellas más pequeñas. Posiblemente nos enfrentemos a una política económica mundial más orientada al fortalecimiento de formas productivas más locales que nacionales, de hecho, en esto puede consistir la salvación de muchas economías dependientes. Si esto es así, las pequeñas y medianas empresas deberán constituirse en vendedores de insumos, facilitadores de fuerza de trabajo y receptores de capital constante, que desde la lógica industrial, siempre han fungido como recicladores.
            Producir desde la localidad (obviamente articulada con el resto del país) concede grandes ventajas para el trabajador en tres sentidos: reducción de gastos de empleo; liberalización del precio del trabajo en un mercado de intercambio monetario simbólico-cultural y la retención de procesos migratorios complejos y constantes, claro que estas ventajas solo aparecen mediante formas de organización que propietarios y estado convengan de manera "inteligente" y coherente con la realidad nacional,  apropiando un derecho económico que vaya más allá de sus categorías (empresa-estado) y sus técnicas básicas (normas) con el objetivo de aplicar políticas económicas que garanticen el desarrollo educativo escolarizado e integral de la población. 
 
Las evidencias de una economía soterrada. 
            Una vez más, un fenómeno natural pone en evidencia las grandes limitantes de la economía nacional y más aún, de las deficientes e inacabadas alternativas de subsistencia familiar en un país agrícola que se esfuerza por el discurso y la apariencia urbana.
            Si los datos, criterios o indicadores de medición son atinados, el área rural presenta la mayor tasa de población económicamente inactiva según línea de pobreza: "No pobres, 36.54% frente al 33.38% urbano; Pobres relativos, 46.24% frente al 44.82 % urbano; Pobres extremos, 51.55% frente al 50.63% urbano"4; sin embargo, de forma contradictoria el costo de la canasta básica por persona por "30 días en el área rural es de 180 colones frente a 292.80 colones en el área urbana".5 Con datos como estos, la primer pregunta lógica es ¿qué sentido tiene vivir en la ciudad?, ¿ realmente la ciudad ofrece todos los servicios sociales, culturales y económicos de toda formación urbana básica?. A todas luces, antes o después del terremoto basta un corto recorrido para darse cuenta que la ciudad no muestra ningún tipo de ordenamiento y política urbana,  más bien esta ciudad parece el diseño de un centro de intercambio comercial que naturalmente incluye al trabajo como forma de vida y no como forma productiva de riqueza.
            En el caso de los datos referidos a la economía rural, en otra oportunidad habremos de examinar con precisión y seriedad aquellos elementos que nos expliquen el sentido de la migración campo-ciudad a partir de una lógica capitalista de concentración industrial en la ciudad de san salvador y de las distintas formas de descapitalización del campo que pudiesen incrementar el índice de su "inactividad económica", mientras tanto, está claro que el terremoto ha golpeado predominantemente al campo. Las condiciones de olvido casi total del estado hacia las localidades ponen en evidencia la ausencia de una política de reactivación económica del campo. Viviendas y formas de vida campesina de cualquier condición económica expresadas en el analfabetismo, insuficientes redes viales y otras tantas, reflejan la poca efectividad de un estado político ciego de su propia realidad.
            Por su parte, lo urbano muestra sus propias características. Nos referiremos someramente a algunas de ellas. El tema de la vivienda puede leerse desde dos derivaciones fundamentales: 1o.) diseño, materiales y lugar de construcción,2o) políticas normativas del precio y condiciones de venta. No es necesario insistir en lo feo e inapropiado de los diseños así como en las deficientes construcciones (filtraciones de agua,  tuberías rotas en casas-habitación nuevas, pisos del más bajo precio, etc.), que además incluyen instalaciones eléctricas sin orden lógico (apagadores detrás de las puertas, tomacorrientes a media pared, en fin, una arquitectura e ingeniería del peor gusto y calidad, salvo muy contadas excepciones.
            En cuanto al lugar de construcción, es obvio que en este país las instituciones responsables de otorgar los permisos correspondientes parecen tener muy poca idea, conocimiento y capacidad para cumplir con su cometido. El espejismo de una política de vivienda orientada a favorecer la satisfacción económica, cultural y social del consumidor, debe ser revisado y condicionado a las reglas internacionales de urbanización que obligan a las compañías constructoras a cumplir con normas elementales de sanidad, medición, organización del espacio y por supuesto, a construir viviendas de calidad, aunque naturalmente el arte de construir tiene que ver ( además del capital disponible) con la calidad y tipo de formación académica que ingenieros y arquitectos reciban en sus años de estudio.


1 Correas, Oscar, Sociología del derecho y crítica jurídica, Ed. Fontamara, México, 2000. Pág. 221
2 Ticas, Pedro, El estado nacional: grupos étnicos de El Salvador, Ed. Práxis, México, 1993. Págs: 170-174
3 Ticas, Pedro, Campesinos en El Salvador: economía, migración y narrativa, Ed. El Salvador, 1999. Pág. 97
4 UNICEF, Situación de los derechos de la niñez y la adolescencia salvadoreña, El Salvador, 2000, Pág. 144
5 Ibidem, Pág. 145

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  Pedro Ticas  
 
 

 
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