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13. MARAS EN EL SALVADOR: DE LA PRESENCIA SOCIAL A LA COYUNTURA POLITICA. 2ª. Parte.

 

  MARAS EN EL SALVADOR:
DE LA PRESENCIA SOCIAL A LA COYUNTURA POLITICA. 2ª. Parte.
 
 
LA FORMACION INTRAETNICA: el vínculo con el espacio. 
 
Las formas de interacción social de la mara son abiertas. Contrariamente a clandestinizarse para conformar un movimiento cultural oculto, el grupo se muestra a la sociedad.
 
Desde su interior se rigen como "cuadros" disciplinados con lealtad moral de acuerdo a la jerarquía y funciones internas. Un ejemplo de ello se muestra en las formas de reprender mediante sanciones a los miembros que no acaten las disposiciones del líder o que violenten las normas establecidas al interior del grupo. El líder a través del grupo, controla cada acto de sus miembros, mismos que a su vez, fungen como observadores constantes del comportamiento individual.
 
La mara mantiene santuarios o elige espacios sagrados callejeros que van desde el uso simbólico de un graffiti en un poste, hasta el dominio territorial del rincón de una calle. Articulan sus misticismos y tradiciones orales basadas en personajes reales o imaginarios. Se trata de prácticas que contribuyen a la reproducción y configuración de conciencias colectivas, de costumbres, celebraciones, mitos y creencias improfanables de la cultura popular que la mara retoma y adapta a la vida cotidiana de sus territorios, transformándolos en factores de interacción que utilizan como mecanismos de identidad hacia su propio grupo y la comunidad barrial.
 
Por su parte, la ciudad se convierte en la representación y presencia de una historia de vida, de tradición y de perspectivas y dentro de ella, "los barrios de la ciudad se convierten en estructuras de resistencia que se ajustan a una realidad cambiante constantemente, y que se asimilan para un mejor control y sentido de posesión[1].
 
El sentido de territorialidad.
 
Indudablemente el territorio es uno de los componentes más importantes en la formación o conformación de cualquier grupo. Dentro de él se estructuran las más diversas expresiones de la organización humana: cultura, economía, moral, ciencia, política, ideología, historia, etc.
 
En el caso que nos ocupa, es a partir de esta forma de estructura de territorialidad que consideramos a las maras juveniles de las colonias populares como grupos que emergen con autoformación y autogestión de sus propias acciones, con sistemas de alianza, parentesco y jerarquización en su estructura interna que pone a la mara como una organización estable que traspasa las simples formas de la organización espontánea.
 
Se trata de entender y explicar como es que los jóvenes mara de las colonias populares logran transponer relaciones de equivalencia entre la identidad colectiva (valores de la vida cotidiana del barrio) y la identidad microespacial de su propio territorio barrial.
 
El territorio se demarca mediante formas simbólicas expresadas a través de mensajes escritos que revelan su pensamiento, estos mensajes se convierten en códigos locales cerrados para el interés del grupo, pero también abiertos a clicas foráneas.
 
En su sentido más amplio, la mara incorpora colores, formas, dibujos, líneas y otros tantos a su sistema lingüístico, por ello es importante considerar el ascendente nivel creativo que contribuye a la resistencia y lucha por sus espacios. Al interior de esta dinámica, la interacción de espacios físicos presenta vínculos de identidad social y territorio, mismos que los jóvenes mara adquieren y desarrollan durante su permanencia en este tipo de agrupación barrial, así pues, "relacionar identidad barrial con presencia ydelimitación de territorio, debe entendersecomo expresión de su propia naturaleza, en tanto la proyección de la gráfica es real,auténtica y compuesta de valores propios[2].
 
Formas de asociación juvenil
 
A) Como sabemos, los jóvenes se asocian por diversos motivos. Comúnmente encontramos grupos de jóvenes avalados por la sociedad a quienes se les califica como "chicos", "chavos", "muchachos inquietos", etc. Asisten a discotecas, compran ropa en tiendas de clase media y comen en restaurantes propios de su status económico. Por lo general son hijos de funcionarios, profesionistas o propietarios de diversos tipos de bienes inmuebles. Se valoran y jerarquizan más por el consumo en sí mismo (autos, viajes, lujos) que por la misma identidad de pertenencia al grupo. Finalmente, este tipo de jóvenes permanece poco tiempo en esta agrupación debido fundamentalmente a que el vínculo principal con el grupo consiste en compartir el estado de ánimo, la compañía o momentos de diversión.
 
B) Otra forma de agrupación la conforman jóvenes trabajadores y/o estudiantes que se reúnen para romper la rutina cotidiana. Generalmente, pertenecen a sectores medios bajos o medios/medios cuyo principio ideológico de organización esta determinado por la identificación de un territorio común compartido durante muchos años sobre todo en aquellas colonias con tradición urbana, que se convierten en elinstrumento fundamental para pertenecer al grupo. Los hábitos de consumo de estos grupos están dirigidos a la música, el deporte o las prácticas turísticas conjuntas.
           
Por su parte los “jóvenes mara” pasan por distintas etapas de incorporación a la clica, mismas que se presentan antes, durante y después de su pertenencia al grupo. Al respecto podríamos diferenciar cuatro etapas importantes: Primero,el sistema heredado, segundo, aprendizaje, tercero, aceptación y cuarto, pertenencia.
 
1º. El sistema heredado se transfiere de un hermano o familiar a otro (principalmente de mayores a menores), en este caso el nuevo miembro se incorpora con mayor facilidad por el principio básico de confiabilidad.
 
2º. El aprendizaje es quizás la etapa más difícil. En ella los aspirantes deben mostrar buenas aptitudes y actitudes que requieren las pruebas de inserción. Durante esta etapa el nuevo miembro debe aprender las formas elementales de organización del grupo establecidas mediante un sistema lingüístico y normativo configurado por el origen social, territorio y proyecto de vida etáreo.
 
3º. Por su parte, la aceptación es un proceso equilibrado de relaciones de reciprocidad. La reciprocidad va más allá del DON, esto es, del intercambio material. Mediante la reciprocidad el nuevo miembro recibe una fuerte carga de subvalores que denominaremos conciencia supraracional que le transmite un sentido de identidad colectiva como resultado de la comprensión de las identidades individuales. La aceptación pues, es más que el ingreso aprobado por el grupo, constituye la base fundamental de su posterior participación en el mismo.
 
. Finalmente, una vez superada la etapa de aceptación, los jóvenes adquieren su pertenencia como individuo y como un miembro más de la unidad familiar llamada mara.
 
LA CULTURA
 
En principio de cuentas, la mara posee una cultura propia y autóctona, se sirve de elementos de culturas externas que acomoda a sus propias necesidades de sobrevivencia como grupo.Ciertamente una definición de cultura propia basada en el simple análisis del comportamiento, estilos de vida, status social y otros adjetivos sociales, quedarían en el plano de lo abstracto y lo superficial, por ello, no debemos tipologizar a las maras, si no consideramos en su esencia las causas que la originan, mismas que forman parte de su expresión cultural.
 
En síntesis, en su sentido sociocultural la mara es un grupo emergente como tantos otros, que de acuerdo a su contexto nacional debe ser reconocido como movimiento juvenil autónomo, independiente y con autodeterminación en sus proyectos de vida.
 
Cultura y necesidad en los jóvenes urbanos.      
 
Con el desarrollo de las sociedades, las formas de organización social alcanzada por sectores juveniles han constituido uno de los componentes fundamentales en la participación política-cultural de estos grupos de edad. Los jóvenes de hoy, específicamente los pertenecientes al llamado “sector marginal", no deben considerarse sujetos excluyentes del resto de la sociedad. Por ejemplo, su cultura es diversa y su diversidad resulta de su origen intra o interétnico, así su movimiento cultural y las nuevas formas y expresiones que manifiestan, lo convierten en movimiento que construye su propia independencia cultural.
 
Esta forma de independencia conlleva un cambio cualitativo de sus valores materiales que se apegan a su integridad y en la que siempre proponen una visión alternativa de su realidad. Si bien es cierto que su condición económica no siempre es lo determinante para expresar su creatividad y definición cultural, lo cierto es que la cultura es la forma de identificación económica que define a su vez, sus propios valores e instrumentos de agrupación y expresión.
 
Al respecto, al observar sus manifestaciones culturales en los espacios físicos de su "marginalidad", logramos identificar con mucha precisión todas aquellas formas de resistencia local, étnica y cultural que el grupo o cada individuo expresa frente al proceso de aculturación externo que trata de asimilarlos. Entender a los barrios "marginados" simplemente como reproductores del acervo cultural nacional, es pensar en un diminuto modelo de proyección social. La cultura y su necesidad de manifestarse son dos elementos íntimamente relacionados y dependientes uno del otro. La necesidad que se transforma en cultura y viceversa en este tipo de población, marca en consecuencia una de las garantías de no estar subordinados al orden establecido socialmente.
 
Desde el plano teórico, algunas corrientes sociales o económicas abordan la marginalidad como resultado de la estratificación social. Bajo esta consideración, los jóvenes de los barrios pobres se estereotipan como consumidores de cualquier forma de valor socioeconómico debido a sus "limitadas" formas de respuesta social; es decir que su condición de "marginalidad" está determinada por el conjunto de la organización social. Pese a esta tipología, desde su interior, esta población muestra formas variadas de entender su conformación socioeconómica y cultural.
 
La población, que se agrupa en este concepto "marginal" (y en él a los jóvenes como fuerza de trabajo), demuestra que esta condición no es un hecho aislado del resto de la sociedad, por el contrario, es causa y resultado del desequilibrio y estancamiento en países cuya función económica esta determinada para el consumo irracional que entre otras cosas, limita y obstaculiza el desarrollo de la sociedad en su conjunto.
 

Pese a esta condición económica e ideológica de tratamiento cultural, los jóvenes como sujetos importantes de penetración ideológica se reafirman consistentemente al negarse como objetos de mediación y se niegan a si mismos desarrollando en un nivel más avanzado, sus condiciones de vida y oportunidad a través de congruentes dinámicas socioculturales que le determinan una conciencia social e identifican con su propia identidad nacional.

 

[1] Ticas, Pedro, Antropología de la juventud, CCC, México, 1990.
[2] Ticas, Pedro, El mural: significado en la banda, Excélsior, México, 1990.
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  Pedro Ticas  
 
 

 
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