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Pedro Ticas  
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27. Cultura Política, Violencia y Medios

 

 Cultura Política, Violencia y Medios
 
 
…en algunos países, la cultura del miedo de los sectores populares impuesta por el Colonialismo explica su condición de esclavo no solo por la explotación admitida sino por la cultura asumida…
PT
 
Nota Preliminar.
 
Sin duda que explicar particularmente los conceptos de cultura, violencia y elecciones políticas demandaría mayor exhaustividad y amplitud teórica, por ello, ahora nos ocuparemos únicamente de indicar algunos de los elementos que articulan dichos conceptos y que en el marco de su unicidad teórica, metodológica y práctica, desde las ciencias políticas deben ser vistos y tratados como partes de un todo dinámico y cambiante en su forma y contenido.  
 
Iniciemos por definir ¿qué es cultura política? Sin duda que el concepto tiene múltiples formas de comprenderse, especialmente si lo preguntamos a quienes se dedican al quehacer político cotidiano. Sin embargo, las Ciencias Políticas, la Antropología y la Sociología, aportan definiciones de orden teórico-científico que pueden ayudarnos a comprender las dinámicas propias del activismo político y su diferencia con lo que significa Pensar la Política. En Latinoamérica, el empirismo (que comúnmente se confunde con pragmatismo y práctica) ha sido el ejercicio cotidiano del activismo político en casi todos los partidos políticos, por ello es necesario precisar algunas consideraciones. El pragmatismo es un Método Filosófico que se plantea la validez de la verdad de otra doctrina a partir de sus efectos prácticos, naturalmente se refiere a postulaciones filosóficas no a los hechos como cosas; más bien, de estos hechos se encarga el empirismo dividido en tres formas:  el empirismo positivista que consiste en materializar sistemas teóricos generales de tipo lógico propios de la mecánica clásica, es decir, considerar que los fenómenos concretos a los que la teoría es aplicable son exclusivamente comprensibles en términos de las categorías del sistema. A ello debemos agregar una especie de empirismo particularista que supone que el único saber objetivo es el de las cosas y de los sucesos concretos y finalmente, el empirismo intuicionista que sólo permite un elemento conceptual en la ciencia social y éste sólo puede ser de carácter individualizador[1]; dicho de otra manera, frente a esta deformación del arte de hacer politica, ¿qué es cultura política? El concepto aparece en 1963 con el estudio de Almond y Verba The Civic Culture. En opinión de los autores, la cultura politica es el conjunto de actitudes, creencias y sentimientos que dan orden y significado a un proceso político y que proporciona los supuestos y normas que gobiernan la conducta en un sistema político, es decir, la cultura politica remite a la forma en que el sistema político ha sido internalizado por los individuos y supone la existencia de un sistema simbólico que es compartido en general...[2]. Ciertamente, la cultura política adoptada por el pueblo constituye una reproducción de la cultura de los grupos de poder,  es decir, lenguaje, metáforas, conductas, organización y otras tantas que se gestan en los grupos populares, constituyen las representaciones simbólicas (en algunos casos contrapuestas) de los mismos grupos de poder nacionales y sus mismos temores frente a la competencia internacional se reflejan en los sectores populares en el plano de lo local, la cultura del miedo es en ultima instancia, la cultura política asimilada.  
 
Desde el análisis de la teoría política, el estado y la estructura de la sociedad no son dos cosas distintas. El estado es la estructura de la sociedad. El estado se funda sobre la contradicción entre la vida pública y la privada, entre el interés general y el interés particular, por lo tanto, la administración debe limitarse a si misma a una esfera de la actividad formal porque su poder se acaba allí donde comienza la vida civil. La oposición entre el estado democrático y representativo y la sociedad civil es la perfección de la oposición clásica entre la vida social pública y la esclavitud. La base del estado moderno es la sociedad civil y sus individuos, es decir, la independencia de este mismo individuo que se liga con otro únicamente por intermedio del interés privado y la necesidad inconsciente, esto es,  la esclavitud del trabajo asalariado, sus propias necesidades y las de otros en la cual su vida material (que por cierto no depende únicamente de su “voluntad”), su modo de producción y las formas de su intercambio, mutuamente reciprocas, componen la base real del estado.
 
El inframundo cultural de la inseguridad: la institucionalidad del miedo
La cultura es más que una contemplación folklórica del arte, la creatividad, define y constituye el principio de identidad que se expresa en la institucionalidad llamada familia, estado o gobierno, y precisamente en su diversidad se conforma su unicidad objetivada a través de la conducta, el comportamiento y la forma de entender y explicar el mundo[3]. En Discutir la Cultura Nacional[4]he señalado el impacto psicológico, sociocultural y económico  que el período de la Colonia ha dejado en esta sociedad; 600 años de historia no desaparecen tan fácilmente. A todas luces, la cultura de dominio del Señor sobre el Siervo continua siendo la forma de relación social de la sociedad salvadoreña, por ejemplo, en términos generales, el individuo se muestra inseguro de tomar decisiones de trascendencia para su vida, prefiere que otro las tome por él debido a su temor al riesgo, entiende que si él hace lo que no debe hacer, otro hará lo que a él le corresponde hacer y que por tanto, se exime de responsabilidad. Precisamente en esta falta de responsabilidad consiste su disociación de pensamiento[5]constante ansiedad de sentir el poder que le ha sido negado durante toda su historia: “me apaga el celular”, “se me sienta allá”, “hágame fila acá”, en fin, la contradicción entre el poder y la subordinación (libertad y necesidad) heredados del período Colonial derivan esencialmente en dos conductas muy propias de la cultura de la subordinación: el miedo y la inseguridad. La desconfianza, deslealtad, agresividad e intolerancia son ejemplos claros de derivaciones propias generadas durante el proceso de formación social salvadoreño y predominantemente por el conflicto social vivido durante toda su historia[6]., suponer que otro debe asumir las responsabilidades que el mismo debería asumir. Del mismo modo, la supeditación y subordinación constante se revela en el lenguaje cotidiano: “me regala unagaseosa” aunque la esté pagando; “me regala una firma” aunque sea deber del otro. De la misma forma sucede con la constante referencia al lenguaje propio del periodo colonial agrícola: “voy hacer una diligencia”, “debemos abonar a esto o aquello”, “quiero agregar un ingrediente”, “trabajemos para cosechar”, “tomar la batuta”, etc.  En el mismo sentido, en su cotidianidad se manifiesta la
 
Sin duda que en Latinoamérica, muy pocas sociedades dedican esfuerzos económicos y académicos para el estudio de la cultura, en cambio, en sociedades más industrializadas, el tema resulta de primer orden por su uso político, económico y social.  En lo teórico, la institucionalidad se define por su sentido, legitimidad y función. La Institución como forma, constituye un  símbolo, imagen; como contenido, debe ser resultado de los intereses individuales manifiestos en el todo social. Precisamente una vez cumplida su función de representatividad de los intereses individuales alcanza nuevos logros al colectivizarlos, en consecuencia, la institución se desdobla en institucionalidad en el momento que los individuos alcanzan su institucionalidad expresada en el intervínculo y su articulación. En el mismo sentido, la Gobernabilidad como instrumento político debe orientarse a resolver el conflicto entre la necesidad y libertad ( individuo-colectividad) entre las cuáles media la administración, misma que sólo tiene efecto mientras los individuos alcancen su vínculo con la institución (principio de libertad), en caso contrario, la gobernabilidad sólo aparece como expresión del imaginario (principio de la necesidad) y los individuos sólo buscan la satisfacción de sus necesidades de manera espontánea, coyuntural o empírica. El plano Político se resuelve fácilmente, esto es, mientras lo ideológico no modifique sus acciones políticas y continúe imponiéndose  a la organización social (sociedad civil), la política como expresión de la institucionalidad y la gobernabilidad no alcanzarán mejores intervínculos sociales con pleno ejercicio democrático.   
 
Violencia y Medios.
Es indudable que hoy en día, la violencia política se convierte en verdadero insumo comercial de algunos medios de comunicación y en consecuencia el mismo sujeto se convierte en actor de violencia; pero también se hace violencia, cuando se obstaculiza la inteligencia, creatividad y las más elementales formas de expresión humana...no cabe duda que esa es una de las peores formas de violencia, la que se oculta en el atrevimiento de la ignorancia...[7]n su sentido más estricto, el concepto de violencia es predominantemente ideológico. Refiere un acto de orden psicológico, social y cultural en el que de acuerdo con el entorno histórico y temporal del individuo, la violencia puede expresarse de forma física, simbólica o subjetivizada por los mismos individuos, en tal sentido, la violencia es la reproducción ideológica de quienes ejercen el control sobre el medio que forma y educa a los individuos[8]. En el orden teórico hay tres tipos de violencia: directa, latente y la inducida[9]La primera se reconoce fácilmente porque se acompaña de la fuerza, agresión y estado de alterabilidad. La segunda queda en la posibilidad del uso de la fuerza que sólo en ocasiones se realiza. La tercera es quizás una de las peores formas de violencia porque llega a los individuos muy sutilmente sin que estos se percaten de su inducción a través de los Medios, precisamente, esta ultima quizás resulte ser una de las utilizadas en algunos países latinoamericanos.  . . E
 
Ciertamente los medios expresan la modernidad tecnológica y social de una sociedad, es decir, su formato, lenguaje y contenido ponen al descubierto el nivel de desarrollo de la misma; desde luego que tal nivel no es más que el reflejo de la conducta y cultura del grupo de poder que se reproduce en la población.  En materia de comunicación, la población esta dividida, por un lado, en grupos de referencia –líderes de opinión- y, por otro, en una masa pasiva. Pueden comprobarse nuevamente ahí, en la práctica, las teorías de persuasión por etapas, puestas a punto, dos décadas antes, por Lazarsfeld, Katz y sus colaboradores, acerca de los procesos de toma de decisión de los electores como compradores[10]. Los medios actúan como barqueros que permiten que los individuos tradicionales pongan el pie en la orilla del progreso. Los que ilustran muy bien esta concepción son los economistas de la modernización como Walt W. Rostow que aseguraba el crecimiento de las sociedades por etapas, mismas que al ser superadas progresivamente, llegaban a alcanzar el progreso, medido esencialmente, por el crecimiento del producto interno bruto pér capita. De esta teoría cuantitativa del desarrollo, se derivó un enfoque por índices del que se apoderaron alegremente los funcionarios de organismos internacionales como la UNESCO argumentando que sólo un país que contara con un 10% de su población residiendo en las ciudades, podía aspirar a despegar en el ámbito de la alfabetización. Así, sucesivamente clasificaron a los distintos países subdesarrollados por escalas. La correlación entre los índices se convirtió en la clave. La exposición a los medios, medida en función de los periódicos, del papel prensa, de los aparatos de radio, de las butacas de cine por habitante, se cruzaron con la renta pér capita, la tasa de analfabetismo, las tasas de urbanización y de industrialización. Esto dio origen a una estrategia de estándares mínimos. Para salir del subdesarrollo había que disponer, al menos, por cada cien habitantes, de diez ejemplares de periódicos, cinco aparatos de radio, dos televisores y dos butacas de cine[11]. Todos estos índices y correlaciones fueron ordenados por politólogos que obtuvieron modelos de desarrollo político. La urbanización se conjugaba con la alfabetización, la exposición al medio y la participación mediante el voto[12].
 
Medios de comunicación en El Salvador
En este país, mucho se habla sobre la función de los medios de comunicación y la importancia de su labor informativa, de hecho, es parte de su discurso cotidiano. Desde luego, la información es su razón de ser. En efecto, los medios de comunicación (especialmente TV) tienen enorme responsabilidad frente a la formación de ideas (impacto ideológico), imágenes, símbolos y significados de los hechos que se emitan; por ello, su “función social” debe explicarse en dos componentes básicos: la forma y el contenido. Desde su forma, los acontecimientos (hechos sociales) constituyen el elemento técnico que vincula a los medios con la sociedad civil, en tal sentido, los hechos modifican su forma por la coyuntura en la que se expresan, es decir, de acuerdo a la actividad social en función, lo que pone en evidencia la fragilidad a la que esta sometido el discurso público que se presenta en los Medios. Desde su contenido, las imágenes, palabras o cualquiera de las formas de lenguaje utilizado, constituyen la esencia que llega a las masas, por ello, la función del “Comunicador” adquiere importancia, esto es, convertirse en mediador entre mensaje y receptor a través de la estructuración ética y cognitiva del discurso expuesto por el emisor. De ninguna manera, el “comunicador” debe asumir valores o subvalores del emisor, menos aún, establecer empatías, derivaciones o conclusiones del discurso, de hacerlo, pierde su carácter neutral, incidiendo en la conducta del público. Desde luego que cada comunicador posee su propia opción ideológica (teórica y metodológica) frente a la realidad, lo que implica que su variación en el contenido (construcción del discurso para explicar los hechos) marca su incidencia en el receptor.  Desafortunadamente en la sociedad salvadoreña (principalmente los jóvenes) en su proceso de formación escolarizada, muy pocos reciben los elementos teóricos necesarios o básicos para formular sus propios análisis. La línea de pensamiento se orienta principalmente hacia respuestas eventuales o coyunturales de los problemas sociales y con menor interés en el verdadero análisis de los mismos. Esta línea de pensamiento, característica de la escuela teórica anglosajona de la “conciencia colectiva”, deja en los estudiantes una visión superficial de los hechos y en muchos casos, conductas empáticas (crimen, violencia, etc.) con los emisores de estos mensajes. En 1983, un estudio demostró que la TV era vista en un promedio de 49.5 horas por semana, que los jóvenes le han dedicado el doble de tiempo a la TV más que a la escuela y que vieron 150,000 escenas de violencia de las cuales 25,000 fueron asesinatos[13]. A simple vista, tanto aquellos medios de comunicación con política irresponsable como los supuestos avances tecnológicos han convertido en conductos apropiados para la generación de violencia. Con cifras como las anteriores, no es difícil explicar por qué en Estados Unidos la violencia aumenta cada día mas, convirtiéndose en verdadero modo de vida que se traduce en Cultura de la violencia y de la cual podemos dejar en el tintero la siguiente pregunta: ¿es la sociedad estadounidense un modelo a seguir?.  La comunicación social sólo puede ser comprendida con el uso de un código común, sin embargo, en el caso de los medios, aunque el código resulte de una imagen (TV) o palabra (prensa), es necesario y corresponde a las empresas, considerar que cada individuo hará una interpretación diferente de lo que observa; cabe entonces el enorme compromiso de los medios de comunicación masivos, el entendimiento que los mensajes, además de generar diferentes impactos culturales, constituyen en sí mismos un lenguaje ideológico. Por ejemplo, en el caso de la imagen, ésta se convierte en producción cultural que puede conducir a los individuos a diferentes manifestaciones y reacciones con valores sociales propios, o que dicha imagen provoque rupturas en el proceso de identidad nacional; en tal sentido, las imágenes de la comunicación de masas se transmiten en forma de textos culturales que contienen un mundo real o posible, incluyendo la propia imagen del espectador. Los textos revelan al lector, su propia imagen[14] .
 
En el caso salvadoreño, algunas imágenes se presentan masivamente al estilo holliwoodesco. La presentación de imágenes de “impacto” social esta siendo utilizada como una de las herramientas simbólicas que más destacan para vender el producto. Compromiso y ética, componentes esenciales de la comunicación social, pasan a asegundo plano y se imponen los valores mercantiles del espectáculo dramático y por mucho, tendencioso. Tal parece que algunos “comunicadores” deslumbrados por la “modernización” y la tecnología, olvidan el principio filosófico del lenguaje que contiene fundamentos humanísticos en función de facilitar la intercomunicación humana para su propio desarrollo. Actualmente, en aquellas sociedades frágiles y débiles, la globalización tiende a minar la identificación entre cultura y nación; socava la cohesión de muchas comunidades vernáculas e impacta a las culturas endógenas. La globalización informativa y comunicativa expone al planeta a una experiencia continua de mestizajes y sincretismos culturales y, además, altera el ritmo y la orientación del intercambio comercial y financiero[15]. Precisamente el proceso de mestizaje cultural transmitido a través de los medios de comunicación debe exponerse más allá de la simple información, en definitiva, desde el plano económico, la producción audiovisual estadounidense ejerce un poder desmedido en las creaciones artísticas latinoamericanas debido a que lo económico continua imponiéndose sobre lo cultural. Se importan modelos culturales y valores ajenos (películas violentas, programas de entretenimiento sin sentido, etc.), contrariamente a conceder espacios a la inteligencia y a la creatividad sin violencia. En realidad la industria audiovisual nacional debe buscar su propia identidad en el marco del intercambio comercial. En 1988, la distribución de videos por país de origen era encabezado también por Estaos Unidos con una cantidad de 1505 títulos, es decir un porcentaje del 78.72% sobre el total de la producción mundial de videos. En ese mismo año, Argentina, Brasil y México sumaban apenas 124 títulos, es decir el 4.84% apenas por encima de Gran Bretaña con el 4.7%. En 1990, el origen de los programas importados por la televisión en América Latina, era encabezado por Estados Unidos con el 77%, mientras que la producción regional apenas alcanzaba el 12% (Cardoso, Firpi, 1997).
 
 
 


[1] Silva Ruiz, G. Teoría sociológica clásica Talcott Parsons, Ed. UNAM, México, 2000
[2] Almond Garbiel, Verba Sydney, The civil culture political actitudes in five nations, Princenton University Press, 1963, en Enrique Cuna Pérez, El Cotidiano, UAM, México, Octubre 2005, Pág. 16
[3] Ticas, Pedro, Cultura y Política: la herencia detrás del futuro, Ed. AMMT, México, 1992, Pág. 210
[4] Ticas, Pedro, Discutir la cultura nacional, Ed. UTEC, El Salvador, 1996
[5] De Tovar, Rosario/ Mauricio, apuntes sobe psicología de la cultura, et.al, El Salvador, 1996
[6] Ticas, Pedro, Jóvenes en proceso de inserción social, Ed. Corte Suprema de Justicia de El Salvador, Ed. CSJ-Universidad Pedagógica de El Salvador, 2003, Pág. 13
[7] Ticas, Pedro, socioantropología de la violencia: los genes y las teorías de la conducta heredada (criminología biológica), Co-Latino, El Salvador, Nov., 2001.
[8] Ticas, Pedro, Cultura y Política: la herencia detrás del futuro, Ed. CCC, México, 1993
[9] TJ, A., Antropología de la violencia, Ed. Taller Abierto, México, 1999
[10]Mattelart, A., La comunicación-Mundo, Ed. S. XXI, México, 1996
[11] UNESCO, Mass media in the Developing Countries, París, Paper núm. 33, 1961
[12] Mattelart, Armand, La comunicación-Mundo, Ed. S. XXI, México, 1996
[13] Ídem. Et.al. 84
[14] Vilches, 1986
[15] CEPAL, 1994
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