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Pedro Ticas  
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26. El debate sobre el Libre Mercado: del empirismo empresarial al uso ideológico del capitalismo

 El debate sobre el Libre Mercado:

del empirismo empresarial al uso ideológico del capitalismo
 
 
El empirismo empresarial: eso que llaman “Modelo de Mercado”
En Latinoamérica, discutir sobre el tema de mercado no es tarea fácil, de hecho, el mismo desarrollo del capital como instrumento de intercambio ha adquirido múltiples formas de expresión, organización y ejecución. Hasta hace 20 años, la orientación del mercado internacional tuvo como enfoque principal el aumento del volumen de mercancías, la reducción de sus costos de los costos de producción y la generación de una extraganancia en el mercado. Desde luego, que dicho modelo económico satisfizo los intereses de los capitalistas individuales, sobre en todo en sociedades agrícolas en las que la sobreproducción o saturación del mercado dependían básicamente de sus propios intereses debido a su provincialismo y localismo, en tal sentido, la producción nacional puesta en la competencia internacional, no rebasaba las reglas determinadas por las grandes economías, lo que significó que la sobrevivencia de los capitales individuales no dependiera de la competencia internacional, sino mas bien, de su propio sistema provinciano hacendario. 
 
El mundo actual ha cambiado drásticamente. En El Salvador, las empresas orientadas al procesamiento de productos alimenticios o suntuarios están forzadas a competir y su dinámica no depende únicamente de su localismo o provincialismo sino de cambios regionales, esto se debe entre otras cosas, a que el mercado y las formas económicas que actualmente se reproducen en el sistema capitalista varían de acuerdo a condiciones que superan la relación dinero-mercancía-dinero, ahora, el mercado no depende únicamente de su explicación teórica economicista de oferta-demanda, más bien, requiere de incorporar las variaciones capitalistas locales, nacionales e internacionales, aunque naturalmente esta condición no es fortuita, el sistema capitalista ha entrado a su fase critica de subsistencia sistémica y se obliga predominantemente no sólo a producir capital, sino fundamentalmente a REPRODUCIR LAS CONDICIONES QUE GENERAN LA PRODUCCION CAPITALISTA multiplicadas y diversificadas, es decir, a reproducir las condiciones que hacen posible que el sistema exista: naturaleza, condiciones de vida de la fuerza de trabajo, recursos naturales, tecnología, educación, salud, y otros tantos que el sistema requiere para el cumplimiento de sus rotaciones; dicho de otra manera, las medianas y pequeñas empresas salvadoreñas no escapan a la lógica internacional del capital, por el contrario, su sobrevivencia depende de sus formas y niveles de incorporación a procesos regionales en el marco de formas comerciales variantes, demandantes y exigentes. Al respecto, conviene entonces abordar algunas reflexiones teóricas sobre el mercado y el comercio.
 
El Salvador: ¿Libre Mercado o Libre Comercio?
El Libre Mercado implica competencia y competitividad, es decir, volumen, tecnología y sobre todo, calidad de productos. Por su parte, el Libre Comercio significa un simple acto de circulación fácil de productos que deben venderse y comprarse rápidamente sin importar su calidad, en ello lo importante no es el precio de producción, venta o compra de las mercancías, sino el tiempo de su circulación en el mercado. Al respecto es importante destacar que dicha forma comercial, casi siempre aparece en sociedades con bajo nivel educativo, poco desarrollo industrial o en pequeñas poblaciones o provincias a la usanza de las haciendas del siglo XVIII,  tal como sucede en El Salvador.
 
Después de la II Guerra Mundial, Latinoamérica se convirtió en la enorme hacienda agrícola que sirvió para alimentar al mundo europeo y estadounidense agobiado por el hambre; a cambio, se recibieron algunas máquinas obsoletas que dieron inicio a procesos agroindustriales, dichas máquinas representaron el pago de la explotación y agotamiento de los recursos naturales del país, sobre los cuales,  hoy día las agencias y gobiernos internacionales expresan tanta “preocupación”, es decir, los mismos que hoy se preocupan por el medio ambiente, son los mismos que lo han destruido desde hace más de 50 años.  Después de medio siglo, en la década de los 90, de acuerdo a la División Internacional del Trabajo determinada por los países industrializados, surgen en Latinoamérica destellos que indicaban variaciones sustantivas de los modelos económicos aplicados por más de un siglo, una de esas variaciones consistió en comenzar a distinguir la función de cada uno de los países y las regiones a las que pertenece. En Suramérica, algunos países habían crecido en población, lo que ampliaba las posibilidades de consumidores. En otros, se iniciaban verdaderos procesos de desarrollo industrial, educación, salud y sus grupos de poder y gobiernos, se preocupan por reorganizar su modelo socioeconómico de acuerdo a las tendencias en el mundo. En Centroamérica, la población local crece, los conflictos militares desaparecen o se reducen, las remesas familiares aumentan y aparecen con más insistencia algunas expresiones de conformación empresarial deslindada de formas productivas tradicionales, es decir, se inicia la creación de pequeñas unidades productivas de capital individual orientadas al fortalecimiento del comercio como sistema productivo predominante, se retoma así, el antiguo concepto de Libre Mercado implementado por sociedades anglosajonas en el siglo XVIII y superado por ellas mismas a finales del siglo XIX . En este marco, El salvador inicia un proceso de conversión económica y pasa del uso de formas productivas agrícolas de orden feudal a formas productivo/mercantiles semi-industriales y de servicio. Surgen pequeños productores, crecen los medianos empresarios orientados fundamentalmente al comercio y se fortalecen grandes empresarios que orientan su economía hacia el sector servicios que les implica menos riesgo de capital, mayor consumo (aprovechando el volumen de remesas familiares) y con ello, las posibilidades que los grupos de mayor poder económico diversificaran e invirtieran en el resto de países centroamericanos. Tal como señalé en 1994[1], la mediana y pequeña salvadoreña estaría destinada a la distribución de mercancías producidas  por la mediana empresa asiática, europea y estadounidense, pero fundamentalmente, a facilitar un mercado en donde el dinero adquiere más valor que las mismas mercancías y su subsunción real radica en la extraganancia que genera su circulación en la industria de la construcción, comercio y sistema financiero[2]. Es evidente que el impacto de una economía transnacional está preocupando substancialmente al capital local salvadoreño. Ciertamente, las razones de su preocupación son básicas e históricas. Mucho antes de la llamada "industrialización" salvadoreña en la década del 50', la acumulación de capital se produjo a partir de formas económicas individuales en las cuáles la reproducción simple no generó riqueza nacional, por ello, en cierto modo, es natural que el capital individual tenga tanto temor al nuevo proceso de globalización que le obliga enfrentar a la competencia internacional, la cual, entre otras cosas, impone nuevas reglas de mercado con nuevos valores en los precios de producción, con todo ello,  resulta imperativo transformar este modelo económico anacrónico con el objetivo de disminuir los riesgos de descapitalización que se derivan de este provincialismo y localismo económico sostenido durante tres siglos.
Por su parte, las Medianas Empresas Comerciales y las incipientemente maquiladoras salvadoreñas, apenas representan un pequeño tianguis mercantil, pero ciertamente un interesante instrumento para la circulación del dinero de las empresas internacionales, en tal sentido, aquí y ahora, la tesis del comportamiento económico del mediano empresariado parece confirmarse en la “tipología del empresario salvadoreño” que propuse en 1994, esto es: 1) en la nueva FUNCION del empresario salvadoreño y 2) la RECONFIGURACION  del empresario estadounidense. En el primer caso, resulta que  este grupo de empresarios no alcanza los estándares de competencia internacional debido a su concepto empresarial hacendario que les garantiza un nivel doméstico de ganancia en la venta de productos y en el control del mercado local, este sistema localista y provinciano reúne las condiciones perfectas para la existencia de capitalistas individuales temerosos de la competencia. Por su parte, en el segundo caso, lo que interesa al mediano empresario estadounidense no se orienta a la venta de productos suntuarios o comestibles ni siquiera de baja calidad (como los que circulan en El Salvador), sino al valor del dinero y su rápida circulación, la cual, libera sus formas económicas fiscales, sobreacumulativas y productivas en sus propios lugares de origen. Hoy día aparece como novedoso el concepto de INCUBADORAS de orden SISTEMICO, el cual, en realidad, aparece en el siglo XIX a la luz de las propuestas teóricas de la escuela funcional-estructuralista que entendía la organización del sistema económico como la reproducción positivista de la determinación de funciones orgánicas. En definitiva el modelo económico de mercado diseñado en este país no va más allá de la representación de intereses de algunas áreas de la mediana empresa estadounidense; en esta lógica, no es difícil comprender por qué la banca se dirija principalmente a favorecer la Gran Empresa salvadoreña y descarte su interés por apoyar a la Micro y Pequeña empresa.  
 
2. Economía de Mercado y Sociedades de Mercado
En un artículo anterior expuse algunas características de los dos conceptos. En este país, mucho se discute sobre Economía de Mercado, sobre la cual, entre otras cosas, se formulan definiciones vulgares y simplistas. El problema no consiste en adoptar economías de mercado, sino en las formas de su ejecución. Desde Keynes hasta los más grandes economicistas (David Ricardo, Adam Smith[3]) ´sostienen que la base del modelo económico se sostiene sobre la AMPLIACION Y DIVERSIFICACION de todos los sectores para el desarrollo nacional, desde luego que dicho precepto solo se aplica en sociedades con verdadero proyecto de nación, por tanto, el discurso sostenido durante muchos años para validar la economía de mercado resulta bizantino y ciertamente anacrónico; en el mundo, ya nadie discute sobre ello sino sobre las múltiples formas necesarias para adaptarlo, organizarlo y aplicarlo de acuerdo a la historia, particularidades y condiciones propias en cada sociedad.  Sin embargo, en sociedades con predominancia mercantil feudal y hacendaria, el modelo se ejecuta estableciendo relaciones de compra-venta de mercancías en las que sus precios se liberan para su competencia pública sin importar su sentido social, es decir que dicho principio transforma la predominancia que debe tener el valor de uso sobre el valor de cambio. Aunque el dinero sólo constituye el instrumento simbólico que facilita el intercambio de productos, en la economía de mercado adquiere más valor el dinero que las mismas mercancías, en el mismo sentido, eso que llaman “competencia en la venta de productos” no es otra cosa que la lucha entre grandes capitalistas individuales por el control del dinero que circula en la esfera mercantil, en este caso, quien controla el volumen de capital monetario, controla las reglas del mercado y de todas las mercancías que en él circulan, incluidos el dinero, los productos, las leyes y las normas.
Por su parte,  las SOCIEDADES MERCADO comprenden  diversos elementos de orden económico, histórico y sociocultural. En realidad, este tipo de sociedades van más allá de la simple organización productiva, comercial o distributiva, constituyen un complejo sistema de interconexiones simbólicas de poder, prestigio, territorialidad, pertenencia e identidad que hacen del mercado un simple punto de contracción entre la subjetividad del individuo expresada en el gusto y la objetividad de la relación con las cosas expresadas en la acción de compra[4].  
 
3. El uso ideológico del capitalismo
Sin duda que en Centroamérica y particularmente en El Salvador, el sistema capitalista ha persistido durante toda su historia, de hecho, hoy día se articula una forma feudal de las relaciones sociales de producción y los avances de la esfera tecnológica, situación que pone en entredicho la teoría evolucionista y positivista del desarrollo unilineal de las sociedades. El paso evolutivo tradicional de economías agrícolas a economías industriales del siglo XVIII y XIX  no ha sido experimentado por la sociedad salvadoreña. Aquí y ahora, subsisten formas económicas feudales que se entremezclan con algunas expresiones industriales y algunas tecnológicas, y aunque en esta sociedad dichas expresiones de capital quieran presentarse como progreso social alcanzado, lo cierto es que mientras las relaciones sociales, la conducta de los individuos, la forma de entender y producir el mundo y la cultura, así como vivir el presente sin importar el futuro ( tal como salir cada mañana a comprar plátanos, queso, huevos y pan francés para comer cada día) continúen siendo las formas y modos de vida de la población, no cabe duda que muy poco podemos pensar en haber avanzado a sociedades modernas y menos aún, competitivas y desarrolladas. En simples términos, el problema no reside en el sistema sino en las relaciones sociales productivas que se producen y reproducen en su interior, dicho de otra manera, mientras el instrumento de intercambio se exprese a través del dinero, es lógico suponer que el capital constituye el instrumento fundamental que define al sistema, por tanto, la discusión sobre el CAPITALISMO parece totalmente desafortunada y anacrónica. En realidad la discusión debería orientarse hacia el diseño de una sociedad más equilibrada en donde la economía social de mercado permita retribuir los bienes de capital necesarios para el desarrollo y progreso de la población salvadoreña, naturalmente, esto pasa por generar las condiciones de vida humana que permitan el crecimiento educativo, socioeconómico, cultural y social. Dichos cometidos no pueden lograrse mientras las asimetrías empresariales, sectoriales y de la población en general no sean modificadas profundamente. No cabe duda que en el mundo moderno, el proyecto de las nuevas formas de capital se fortalece por la inclusión de todos los sectores, sin embargo, este no parece ser el modelo vigente y proyectado por la esfera del poder económico nacional. En resumen, los argumentos expuestos por algunos grupos empresariales en torno a su preocupación por la sobrevivencia de la presente organización económica salvadoreña, resultan teóricamente insuficientes y actualmente insostenibles, lo que pone al descubierto la débil argumentación o la más simplista comprensión sobre las múltiples formas económicas que deben articularse dentro de un mismo sistema.
 
 
 

[1] Ticas, Pedro, Economía y Medioambiente en Centroamérica, Ed. Universidad Nacional Autónoma de México-UNAM, México, 1994. Pág. 121
[2]Ticas, Pedro, cultura política, violencia y medios, Co-Latino, 16 octubre 2007
[3] Smith, Adam, Teoría libre de mercado, Ed. FCE, México, 1989. Pág. 234
[4] Ticas, Pedro, Antropología urbana, Ed. CCC, México, 1994. Pág. 169
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  Pedro Ticas  
 
 

 
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