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9. La insistente recurrencia en eso que llaman Plan de Nación

 

 La insistente recurrencia en eso que llaman Plan de Nación.
 
 
En 1998 la Comisión Nacional de Desarrollo presentó un documento público denominado "Bases" para un Plan de Nación" en el que desde el plano filosófico por intención o por casualidad, se oculta tras las letras la concepción globalizadora y menos integracionista del Estado Nacional, en consecuencia, esta visión extremadamente generalizada no permite encontrar en el documento un orden sustantivo de las distintas formas de organización que la sociedad civil y política deben crear para consolidar a la nación. Ciertamente, desde el análisis humanístico, el documento muestra una seria limitación de estructuración histórica, social y cultural. Quizás uno de los puntos con mejor articulación es el económico que como siempre ventila predominantemente los intereses de un capitalismo menos social y más acumulativo. 
 
Como se trata de una primer propuesta a la sociedad nacional, es preciso reconocer que ese documento constituye uno de los primeros intentos teóricos más importantes que sobre el concepto de nación se han producido en este país. De igual forma, puede convertirse en el prolegómeno de nuevos intentos y visiones de nación. En el mismo sentido, el documento resulta una premisa invaluable para la construcción de la cultura de paz y el rescate de la identidad nacional. Ciertamente el documento esta abierto para la participación de la ciudadanía. Se trata de discutir sobre el futuro de la nación representada y constituida por grupos, sectores y clases sociales, económicas, políticas, ideológicas y culturales, dicho de otra manera, corresponde y es deber de todo ciudadano, discutir este proyecto que en buena medida es análogo a nuestro proyecto de vida humano.
 
Educación y Cultura: la impostergable necesidad de esta sociedad
 
Desde el inicio se subtitula "Nuevas bases culturales" para el desarrollo de la sociedad nacional. En principio de cuentas, todavía se confunden los conceptos en una mezcla desafortunada. En otras ocasiones he señalado como el concepto de cultura (asociado de manera funcional) al de educación, tuvo su vigencia durante el siglo XVIII en la etapa de reconformación de los grupos de poder económico en Europa1, misma que ha sido rebasada por nuevas teorías y expresiones sociales. Por ejemplo, desde el pensamiento antropológico, rápidamente nos percatamos de dos corrientes teóricas presentes en la propuesta: a) la que tradicionalmente se conoce como “cultura material” y b) la “cultura espiritual”. En el siglo XVIII los más destacados antropólogos, filósofos, historiadores y juristas, lucharon por formular conceptos que facilitaran el proceso evolutivo superorgánico de la sociedad y las instituciones. Sin embargo, siempre fracasaron debido a que cada individuo independientemente de su nivel o función socioeconómica, siempre decide bajo una circunstancia racional. Esta circunstancia pone en evidencia que la organización de grupos, debe pasar primero por la articulación de los individuos. El resultado de este intento durante la Ilustración fue el fracaso por desarrollar un sistema de causalidad superorgánica.   En Systéme de la natura, D’Holbach sostiene que el hombre es producto de su experiencia de enculturación. “Nacemos sin nuestro consentimiento, nuestras ideas nos llegan sin voluntad nuestra, nuestras costumbres están controladas por aquellos que nos las inculcan2 , agregando que “es en la educación en donde deberíamos buscar las principales fuentes de las pasiones y de las virtudes del hombre, de los errores o de las verdades de que su cabeza esta llena, de los hábitos que merecen alabanza o de los que reclaman censura”3. Aunque D´Holbach parece determinar toda la conducta de los individuos a la razón educativa, es preciso recordar que son los individuos quienes conforman la sociedad y que sus decisiones crean a las instituciones que finalmente están puestas para el servicio social. Precisamente al respecto de la interrelación individuo-institución-sociedad, G.V. Plejánov nos ofrece una clara definición, ciertamente insuperable:
 
El hombre es el producto del medio social. Por hipótesis, el carácter de ese medio esta determinado por la acción del “gobierno”. Las acciones del gobierno, por ejemplo la actividad legislativa, pertenecen a la esfera de la actividad humana consciente. Sin advertirlo una de las leyes de la antinomia se ha convertido en la opuesta. La solución aparente de la antinomia es simplemente una ruptura completa con el materialismo. El cerebro humano, esa “cera blanda” que asume diferentes formas bajo la influencia de las impresiones que proceden del medio social, se convierte a la postre en el creador de ese mismo medio al que debe sus impresiones.4
 
Atendiendo al postulado de Plejánov de que las explicaciones científicas en realidad deben ser consideradas como proposiciones que enuncian las condiciones precisas para que se produzcan los acontecimientos objeto de predicción o retrodicción,comprenderemos que el documento que hoy nos ocupa, y en la forma en la que aparece planteado, pone en la Educación, una fuerte carga filosófica del idealismo y materialismo cultural; en otras palabras, replantear el modelo educativo para la integración y participación de los individuos y la familia en las instituciones de la sociedad, resulta inoperante si no se modifican las estructuras institucionales tanto en su función filosófica como social. De la misma forma, pensar en la formulación de valores generalizados para toda la sociedad, significa desconocer o en el peor de los casos, desvalorar la existencia de un estado multiétnico y pluricultural.
 
Los idealistas culturales definen principalmente los fenómenos sociales y culturales desde una perspectiva exclusivamente emic ( la sociedad existe en la medida que los participantes se consideran miembros de grupos sociales, compartiendo objetivos y valores comunes)5, y no exclusivamente desde una perspectiva etic ( no tienen que saber si los miembros de una determinada población humana se consideran un pueblo un "grupo" para identificarlos como grupo social)6, dicho de otra manera, para los materialistas culturales el fundamento teórico para todo análisis cultural consiste simplemente en observar la existencia de una población humana emicsituada en un tiempo y un espacio etic. En cambio debemos considerar el concepto de sociedad desde una perspectiva más amplia, como un todo complejo o como grupo social máximo compuesto de ambos sexos y edades y que manifiesta una amplia gama de culturas interactivas.
 
Familia y sociedad
 
Por otra parte, el documento en su apartado Integración de estructuras familiares se fundamenta en "adecuación del marco legal a la realidad social, tratamiento del trabajo infantil, creación de espacios para la convivencia y recreación familiar, generalización de la participación de los padres en el proceso educativo y el estímulo a familias bien organizadas". Convendría señalar algunas consideraciones al respecto. Desde su inicio, el planteamiento filosófico de "nuevas bases" confiere al concepto de cultura un significado más de tipo metodológico que como instrumento de fortalecimiento histórico, étnico y cultural de la nación. Esta estrategia ha sido utilizada desde hace muchos años en algunos países para establecer un marco regulatorio en los individuos, se fundamenta teóricamente en el empirismo y positivismo, en tal sentido, el principio filosófico de la política educativa nacional, concede todo el ordenamiento de la misma sociedad al determinismo cultural del espacio, la conducta y la ideología. El concepto de "nuevas bases" no explicado debidamente, puede significar la imposición de una filosofía de la conducta y el conductivismo en los individuos con una formación psico-estructural estática que limita sus posibilidades de interacción para generar cambios y transformaciones en la sociedad. Ciertamente los "aspectos" como se les llama en el documento, reflejan un plano muy superficial de la relación entre instituciones de estado (servicios políticos de responsabilidad del estado) e institucionalidad (conciencia, identidad en los individuos).
 
Otro de los elementos que reviste mucha importancia en el ámbito de la formación del patrón cultural es el que se refiere a la Vigencia de Valores. Al respecto se señala":...Hay que vivir la solidaridad, la libertad, la responsabilidad, la justicia, la seguridad y la honradez". Si bien estos valores resultan oportunos para las sociedades actuales no son exclusivos de la sociedad salvadoreña. Ciertamente estos valores morales son el principio básico de toda coexistencia y convivencia humana. Sin embargo debemos preguntarnos si estos valores pueden insertarse y realizarse en una sociedad tan convulsionada políticamente. ¿Pueden estos sectores, grupos o clases sociales de acuerdo a su propia realidad de vida responder a estos valores sin que afecte sus propios intereses? En cierto modo los grupos de poder económico tienden a interrelacionar y defender sus intereses de manera conjunta porque precisamente tienen mucho que perder. Muy poco o casi nunca sucede esto mismo en el caso de grupos o sectores pobres y marginados. No se trata de niveles de organización deficientes, más bien obedece a la tarea interminable de estas familias por su sobrevivencia, en otras palabras, los valores morales prevalecen mucho más tiempo en el individuo o grupo cuando existen las condiciones de vida elementales para practicarlos, pero muy difícilmente se sostienen en sociedades como la nuestra en donde la realidad social impone mayor cantidad de antivalores y que exige otras formas de conducta para sobrevivir. Naturalmente esta condición no justifica la pérdida de valores que por sobre todo, son universales para la especie humana. En definitiva, solo el pleno conocimiento particularizado de las condiciones socioeconómicas y culturales que viven cada uno de los grupos que conforma la sociedad nacional, puede facilitar una adecuada política de unificación nacional.  
 
Los grupos y sectores
 
Con relación a la formulación de Planes de Nación, la experiencia acumulada por países de la posguerra ha sido variada y enriquecedora. En Europa los Italianos apostaron fuertemente al crecimiento de su industria maquiladora mediante la utilización de su saber artístico-cultural. Por ejemplo, algunas marcas ahora famosas en el mundo tales como Bennetton y otras más, son el resultado de una política económica que surgió del talento cultural de sus ciudadanos. Mucho antes, México desarrolló y forjó su proyecto de nación diseñando una sociedad integrada bajo la doctrina política de respeto a las particularidades culturales, sociales, económicas, pero sobre todo, históricas de cada uno de los sectores, grupos, familias e individuos que conformaban el estado nacional. En definitiva todo esfuerzo de integración de nación ha pasado y debe pasar por el involucramiento de cada uno de los sectores que conforman el estado nacional salvadoreño. No puede concebirse una patria global sin la participación de todos los salvadoreños, tanto de quienes habitan el país, como de aquellos que han tenido que emigrar.
 
Al respecto de los salvadoreños fuera del país, el Plan de Nación no contempla la enorme cantidad de migrantes en los Estados Unidos. En todo el documento solo se dedican algunas líneas al respecto, de tal manera que la pregunta obligada es: ¿Cómo es posible que los migrantes que sostienen la economía familiar de este país no sean considerados en el Plan de Nación?. Definitivamente el proyecto de integración nacional debe incluir a los migrantes tanto por razones económicas, como también por dignidad nacional y sobre todo, por conciencia nacional. Toda la población, sectores sociales y empresarios saben que de no ser por los migrantes, las familias no tendrían el suficiente capital para sobrevivir y menos aún para consumir los productos comercializados en las tiendas y almacenes en este país.   Tan dependientees la economía de las remesas familiares, que cuando la política migratoria de EE.UU. amenaza con deportar a los inmigrantes, la economía nacional se estremece. Sólo en 1997, de acuerdo a RENASAL, la cantidad de migrantes en Estados Unidos se distribuía de la siguiente manera:
Inmigrantes en número y condición migratoria

Estado Legal
Cantidad
Ciudadanos naturalizados
50,000
Residentes legales permanentes
319,597
Aplicantes a Asilo político regular
85,000
Aplicantes al ABC
260,000
Indocumentados
325,000
Total de salvadoreños en EE.UU.
1,039,597

 
El aporte económico de los aplicantes al TPS-ABC y aplicantes al programa de asilo político regular en el período de 1991 a 1996 en concepto de pagos por registro a los programas, renovación de permisos de trabajo cada año, más las contribuciones y pagos en impuestos federales en el mismo período son considerablemente altos, dicho de otra manera, los inmigrantes no representan un costo para el estado y sociedad estadounidense, por el contrario contribuyen de manera real y cuantiosa al sostenimiento de servicios estatales a los cuales paradójicamente no tienen acceso por las restricciones de la política anti-inmigrante de ese país. Así lo demuestran las cifras que en materia de pago de impuestos, realizan los inmigrantes salvadoreños:
Pago de Impuestas de Inmigrantes en EE.UU

Años
Programas
Migración
Impuestos
91-92
TPS         187,000
70.0
701.3
92-95
DED         170,000
25.5
1,487.5
96-97
ABC         170,000
11.9
425.0
91-93
ASILO        57,000
10.3
427.5
94-96
ASILO        57,000
17.6
212.5
 
DERIVADOS 200,000
52.0
 
 
 
187.3
3,253.8

 
Según estimaciones de RENASAL los impuestos federales pagados por los inmigrantes se calculan en un promedio de$ 2,500dólares por familia anualmente. Esto significa que sólo en 10,000 familias, el estado percibe un promedio de 25,000,000veinticinco millones de dólares al año. Evidentemente ignorar la contribución tanto económica como cultural de los migrantes puede significar un interés político particular o la más discontinuada forma pensar la organización del estado nacional.
 


1 Ticas, Pedro, El estado nacional: grupos étnicos de El Salvador, Ed. Praxis, México, 1994.Pág. 178
2 Harris, Marvín, El desarrollo de la teoría antropológica, Ed. S. XXI, México, 1997. Pág. 38
3 D´Holbach, P.H.T., Sisteme social, ou principes naturelles de la morale et de la politique, Londres, 1774
4 Plejánov, G., (orig. 1898) El papel del individuo en la historia, Barcelona, Grijalbo, 1974
5 Harris, Marvín, Cultural materialism, México, 1979
6 Op. Cit. 1979
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  Pedro Ticas  
 
 

 
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