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11. Apuntes sobre Institucionalidad, Gobernabilidad y Política: entre el poder y la autoridad.

 

 
Apuntes sobre Institucionalidad, Gobernabilidad y Política :
entre el poder y la autoridad.
 
 
 
 
En este breve artículo utilizaremos algunos enfoques teóricos propuestos por la Antropología Política. Este escrito comprende consideraciones de orden estrictamente teórico con el propósito de superar en el plano del saber, las especulaciones simplistas y empíricas que muy frecuentemente se exponen sobre los temas de Institucionalidad, Gobernabilidad y Política. En derivación de éstos, nos ocupamos de algunos de sus componentes más importantes tales como El Estado y la Sociedad Civil, El Prestigio y el Poder y finalmente, la Autoridad y Costumbre, elementos que en nuestra opinión, constituyen parte fundamental del intervínculo entre la Institucionalidad, la Política y la Gobernabilidad. El principio de cuentas, el problema de estos tres elementos consiste en las recurrentes y equivocadas definiciones que se les apropian al suponer que dichos elementos pueden ser controlados virtualmente por disposiciones estrictamente ideológicas o administrativas. En contraposición, insistimos que los tres conceptos por sí mismos significan una abstracción si no se establece la relación con su objeto, es decir, con la población, misma que constituye la esencia y punto de encuentro entre los tres. Aclarada esta premisa, iniciemos un breve repaso desde dos aspectos fundamentales: lo teórico y lo metodológico.
 
En lo teórico, la institucionalidad se define por su sentido, legitimidad y función. La Institución como forma, constituye un símbolo, imagen; como contenido, debe ser resultado de los intereses individuales manifiestos en el todo social. Precisamente una vez cumplida su función de representatividad de los intereses individuales alcanza nuevos logros al colectivizarlos, en consecuencia, la institución se desdobla en institucionalidad en el momento en el que los individuos alcanzan su institucionalidad expresada en el intervínculo y su articulación. Por su parte, la Gobernabilidad resuelve la relación entre necesidad y libertad, entre ambas media la administración, misma que sólo tiene efecto mientras los individuos alcancen su vínculo con la institución (principio de libertad), caso contrario, la gobernabilidad solo aparece como expresión del imaginario (principio de la necesidad) y los individuos sólo buscan la satisfacción de sus necesidades de manera espontánea, coyuntural o empírica. El plano Político se resuelve fácilmente. Mientras lo ideológico no supere las acciones políticas, es decir, mientras la ideología no se imponga a la organización social (sociedad civil), la política como expresión de la institucionalidad y la gobernabilidad alcanzarán mejores niveles de intervínculo, en simples palabras: se alcanzará la democracia plena. 
 
En lo metodológico, la trilogía se sustenta en un mismo concepto: la RED. Tanto la institución (independientemente de su forma y función), la gobernabilidad (aunque se deslinde de su estructura) y la política (independientemente de su ideología), contiene valores y subvalores que conforman su esencia. Veamos el siguiente esquema: 
 
 

 
 
  Toda RED es, o debería ser, un sistema de interrelaciones que articulan acciones y pensamiento de los individuos que participan en ella. Su esencia se expresa en una misma ideología que unifica valores y subvalores en función de la transformación del objeto a partir de la transformación del sujeto. En esa nueva condición el sujeto se involucra y adquiere conciencia para sí. Este nuevo estado de conciencia hace que sus acciones políticas y sociales se concatenen hasta formar la Unidad de Cambio, misma que en otras palabras, asciende al sistema en orden correlativo al orden sistémico de las relaciones entre los sujetos y de éstos con su objeto, independientemente de la forma del objeto que cada uno adquiera .
 
Las teorías. 
 
Sin duda que sobre el tema que nos ocupa, una de las escuelas que más ha generado discusión es la estructural-funcionalista. En ella,Michael G. Smith1 desarrolla algunas ideas expuestas por Weber y Leach. Smith establece una diferencia entre Gobierno y Política. Como todo funcionalista, en su opinión, el Gobierno tiene como fundamento la administración de los asuntos públicos y su respectivo control. Desde luego que el control es, en su forma, un proceso, una estructura y por supuesto, una idea. En su sentido más estricto, los componentes básicos de la estructura y del proceso de gobierno son las acciones administrativas y políticas. La acción política determina la acción del gobierno2, mientras que la estructura de la acción política se circunscribe al interior de una red de relaciones de poder que implican competencia, compromisos y alianzas. En cuanto al gobierno, éste confiere una acción en el sistema de autoridad que se traduce en orden, obligaciones, derechos y concesiones. En consecuencia, las tesis centrales de los teóricos funcionalistas no dejan de ser simples tautologías sobre todo cuando afirman que el sistema político es funcional, es decir, que cualquier elemento cultural o institución cumple con una función; en ello existe una indespensabilidad funcional del sistema político, es decir, que ningún otro sistema puede cumplir la supuesta función que desempeña la política3. Ciertamente, dicha preposición tiene que ver con la tesis clásica del funcionalismo del Cambio Social4. Naturalmente esta tesis, contiene una serie de limitaciones tanto teóricas como metodológicas, puesto que el sistema social siempre retorna a un punto de equilibrio después de un período de desajuste.
 
En definitiva, tanto el funcional-estructuralismo como el evolucionismo plantean que los factores económicos y políticos se mezclan en una relación interdependiente, sobre todo cuando se manifiesta en una sociedad con marcada diferenciación social, el grupo social dominante manipula la división social del trabajo. La lucha por el poder (la política) se establece alrededor de la manipulación de la división social del trabajo (la economía). La consolidación de la política sólo es posible donde existe el fenómeno histórico de la desigualdad social, por eso, la destrucción de los intereses políticos implica la desaparición de la desigualdad social5.
 
El estado y la sociedad civil.
Política, Estado y Estructura Social no son cosas diferentes. El Estado es la estructura de la sociedad y se funda sobre la contradicción entre la vida pública y la privada, entre el interés general y el interés particular6, en tal sentido, las formas y niveles de la administración deben circunscribirse al plano de la actividad formal porque su forma de control y poder termina en el comienzo mismo de la vida civil, por ello, al estudiar la oposición entre el estado democrático y representativo y la sociedad civil, ésta debe entenderse como la expresión más acabada entre la vida social pública y la esclavitud. En los llamados Estados Modernos, la base de éstos, es la sociedad civil y la base de la sociedad es el individuo cuyo nexo con otros se establece únicamente por el interés privado y la necesidad inconsciente de asumir su naturaleza social, esto es, sus relaciones sociales y la interdependencia económica.
 
El prestigio y el poder.
 
En realidad ambos elementos contienen en su esencia un complejo sistema ideológico. Para que puedan expresarse, ambos requieren de la forma, esto es, cultura, religión, ciencia, arte, política y otros tantos. Ciertamente, el tema del prestigio y el poder es tan basto, amplio y diverso, que sólo por sí mismos, requieren un estudio especial. Sin embargo, vale la pena señalar que de acuerdo a la realidad, historia, necesidad o tipo de organización social, el honor social o el prestigio pueden convertirse en la base del poder político. Si la estructura de la sociedad o grupo social reside en su organización cultural, entonces el prestigio y poder estarán orientados en esa área; en cambio, si su estructura reside en el factor económico, prestigio y poder estarán más relacionados con la dependencia y la subordinación, aunque en todo caso, todas las formas de honor social que se distribuyen en una comunidad entre grupos que participan en esa distribución es lo que llamamos “ orden social”. En cierto tipo de sociedades, cuando los subordinados se vuelven contra sus líderes, lo hacen solo en forma personal, sin estar realmente contra los cargos que ocupan. Buscan desplazar al líder de su cargo y sustituirlo por otro: esto es una rebelión y no una revolución. Sostengo que las rebeliones nunca atentan contra el orden establecido sino más bien, tienden a fortalecerlo7. En otras palabras y tal como sucede con el conflicto, las divisiones entre los líderes que buscan poder y entre los seguidores que buscan líderes, en términos de intereses y alianzas establecidas por la costumbre, desembocan en conflicto y aún en pelea abierta, aunque finalmente estas divisiones refuerzan la cohesión social.
 
Autoridad y Costumbre.
 
En principio de cuentas distinguiremos el dominio que impone la ley de la Autoridad, con relación a la Costumbre. Normalmente, en el ejercicio de la ley y su consecuente aplicación, los estados políticos se esfuerzan por legislar sobre la conciencia de los individuos, dichas legislaciones constituyen la antítesis de la costumbre. La Costumbre esta más relacionada con los estados de conciencia de los individuos, contiene una conducta heredada, misma que se convierte en comportamiento social de orden tradicional, moral y religioso conformados por aspectos convencionales y no legales, es decir que la costumbre es la moralidad social. La relación entre la costumbre y la ley no es de continuidad sino de contradicción, en tal sentido, la noción de que el cambio social es una función de la ley y viceversa, implica una dialéctica que no coincide con la realidad histórica8.
 
En conclusión, la Institucionalidad confiere la existencia de relaciones de poder, las cuales sólo se presentan en el individuo como resultado de su articulación con la institución. Mientras la Institución no proporcione dicho poder (aún en lo simbólico), difícilmente alcanzará el plano de la Gobernabilidad; en consecuencia, la imperiosa necesidad de entremezclar institucionalidad (individuos) con Gobernabilidad (estado), debe ser parte de la Política, la cuál, representa, en última instancia, la razón de ser de la Administración del Estado.
 
  
 


1 Smith, Michael, Gobernment in Zazzau: 1800-1950, Oxford University Press, 1970
2 Fábregas, A., Antropología Política, Ed. Prisma, México, 1976
3 Idem. Op. Cit. Et.al.
4 Ticas, Pedro, 500 años de resistencia, Serie Antropológicas, Ed. UNAM, México, 1992
5 Fábregas, A., Op. Cit.
6 Ibidem. Op. Cit.
7 Ibidem. Op. Cit.
8 Op. Cit. Et. al
 
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  Pedro Ticas  
 
 

 
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