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Pedro Ticas  
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69.El Salvador: El deslumbramiento por la telemática en educación como neo-receta anglosajona y el abaratamiento de la fuerza de trabajo en el mercado del conocimiento. (Segunda Parte)

El Salvador:

El deslumbramiento por la telemática en educación como neo-receta anglosajona y el abaratamiento de la fuerza de trabajo en el mercado del conocimiento. (Segunda Parte)


Las deficiencias de la enseñanza en el Diseño Curricular

En la primera parte de este trabajo publicado el 22 de agosto, señalé que uno de los grandes problemas de los llamados “sistemas de evaluación” impuestos por el mundo anglosajón presenta algunas limitaciones tanto en el orden conceptual como metodológico. Por ejemplo, en lo “Conceptual y de diseño: a) Parten de un modelo único e ideal de universidad y pretenden que todas las instituciones avancen en la misma dirección; en consecuencia desconocen la naturaleza de tradiciones académicas, infraestructura, objetivos y entorno institucional, entre otros aspectos, b) Se totaliza la calidad de una institución a partir de un pequeño conjunto de indicadores de desempeño, c) Agendas diferenciadas y creciente orientación comercial y c) Sesgos en modelos universitarios, idioma y orientación. Del mismo modo, en materia metodológica: a) No hay claridad respecto a los criterios seguidos en la selección de instituciones evaluadas, indicadores y metodologías, b) Se realizan ordenaciones con base en mediciones de la calidad, sin resolver el problema del significado de las distancias entre los diferentes lugares asignados y c) La utilización de los rankings como instrumentos que buscan comunicar el nivel de calidad alcanzado por las instituciones universitarias, tienen un rango limitado de indicadores”[1].

 

El problema real de dichos modelos de evaluación tiene sin lugar a dudas una conexión directa con los modelos educativos impulsados en varios países en donde la actividad académica, educativa y los mismos estilos de vida de la población son determinados, designados y establecidos por el mundo anglosajón como condición imperativa para continuar sosteniéndoles económicamente. Por ello el mismo modelo educativo sustentado en DISEÑO CURRICULAR resulta contradictorio entre la dimensión del conocimiento que exige la Acreditación y el diseño curricular. En este país, se demanda calidad educativa, pero en la práctica, otras parecen ser las razones que interesan a los llamados “Procesos de Acreditación” en tanto los elementos teóricos que supondrían la medición de dicha calidad no se refleja en los mismos Manuales de Acreditación, por el contrario, se orientan fundamentalmente al cumplimiento de Procesos Técnicos medibles mediante la ejecución de acciones y tareas de orden operativo, empírico que exigen cumplir con diseños de infraestructura que muy poco tienen que ver, incluso, con el mismo diseño amorfo y limitado de la industria de la construcción que opera en este país y menos aún, con la infraestructura educativa o comercial en la que los actuales estudiantes tendrán que realizar su vida laboral, familiar o institucional después de titularse. En esa misma línea, el Manual exige cumplimiento de mecanismos y procedimientos que garantizan el funcionamiento de observar la educación (enseñanza-aprendizaje) desde la perspectiva de un formato de empresa de la producción material y muy lacónicamente de producción intelectual. Aunado a ello, los mismos diseños curriculares resultan desestructurados, desarticulados e interrumpidos por momentos técnicos de la enseñanza en el que se imponen datos y formatos historiográficos del conocimiento, de hecho, así se muestra en El Salvador en donde históricamente la ausencia de un Sistema educativo ha generado la inmediatez de formular Programas Educativos y en consecuencia la reproducción permanente del pensamiento concreto.

El diseño curricular que se precia de producir “competencias” (habilidades, destrezas, resolución de problemas, especialización y otras tantas cosas) a través de la experiencia, parece que presenta varios problemas, sobre todo los referentes al conocimiento, la formación teórica y la producción de lo propio en su sentido educativo, cultural, económico y social. En este país, nada parece estar más alejado de la validez del diseño curricular implementado durante tantos años que el claro ejemplo claro del rezago, analfabetismo y la improductividad material e intelectual, aunque como siempre, con las contadas excepciones.  Dicho de otra manera, el diseño curricular (al menos a la usanza salvadoreña) comprende algunas limitaciones tales como: a) Se trabaja por cumplimiento de objetivos, aunque en la práctica se confunde con el cumplimiento de Contenido, y este último, confundido con el cumplimiento Temas que pertenecen a cada Unidad Temática de la asignatura, b) el currículo conlleva a la producción de técnicos-operarios que aparentemente dominan las instrucciones teóricas recibidas en el transcurso de su formación pero las desarticulaciones epistémicas son tan profundas que no logran conectarse entre ellas y tampoco con lo holístico, c) con el currículo, los estudiantes aprenden únicamente a instruirse sobre las temáticas estudiadas en la asignatura y no son capaces de vincular otros elementos ajenos a lo observado debido al carácter intuicionista y aislado de esas temáticas con el resto del entorno educativo y del conocimiento, es decir, con el TODO SOCIAL CULTURAL, HISTORICO Y ECNOMICO que bordea su aprendizaje debido a que se trata de Currículo que no pertenece a un proceso sistémico o del sistema educativo, dado que dicho sistema no existe en la formación educativa.

El deslumbramiento por la telemática en educación  

Ciertamente, nada hay más lejano a la promulgación de una política educativa seria, eficiente con calidad y rigurosidad académica que la adopción y asimilación de modelos ajenos. “La educación se conforma por una serie de hechos epistemológicos y empíricos que concatenados por la historia y de quienes la hacen posible, logra transformarse en virtud de su desarrollo y adquirir su propia identidad que representa y constituye la identidad de lo otro, de los otros”[2]. Sin duda que las interrogantes sobre la calidad académica nacional se multiplican con mayor celeridad en la medida que el país se inserta en el mundo competitivo internacional, claro está, que su inserción no significa que posee las condiciones para competir, más bien, se inserta en condición de supeditación y dependencia adoptando y asimilando desesperadamente modelos educativos obsoletos de otras naciones muy lejanas a la realidad histórica nacional y particularmente muy disimiles a lo propio. La existencia de un sistema educativo supone el intervínculo, articulación e interconexión entre las partes que forman el todo educativo: familia-comunidad-escuela-instituciones-sociedad en pleno. Disueltas esas partes en pequeñas unidades operativas solamente encontramos componentes aislados, pequeñas isletas que logran conformar un cuerpo del saber lógicamente conectado pero pobremente estructurado. Por ello, en estos casos,  los individuos no logran articular las ideas ni en el espacio teórico ni en la vida misma.  En estas circunstancias, la ruptura entre los primeros años de formación (educación inicial, primaria y básica), educación media y educación superior se hace cada día más evidente. La pobreza, analfabetismo, hambre y rezago nacional se imponen como claros indicadores de las inadecuadas políticas gubernamentales  que desde luego se articulan con la deficiente educación de manera que dichos indicadores constituyen la eterna excusa de muchos organismos internacionales que hacen de la pobreza y la miseria la justificación perfecta de su propia existencia y de la injerencia en los modelos socioeducativos de este país.  

Con todo y las aparentes bondades generadas por la tecnología, no debemos perder de vista las formas que estas adquieren. No obstante de estas nuevas tecnologías que superan en su forma y no en su contenido las utilizadas en toda la historia de la educación, los posibles escenarios de la escuela del futuro son múltiples y no tan bondadosos, esto es, Primero nos enfrentamos al ejercicio de un sistema escolar burocrático en el que posiblemente continuarán los problemas actuales debido a que la burocracia impedirá que se produzcan cambios sustantivos, Segundo, la extensión del modelo de mercado al mundo escolar, que puede presuponer mayor diversidad de proveedores de formación o instrucción atentos a la demanda, esto podría incrementar las desigualdades, Tercero, la vigencia justificada del instruccionismo para lograr aprendizajes no formales que repercuten en desescolarización por rechazo a los sistemas escolares y finalmente, crisis generalizada del sistema educativo y la posible desintegración y abandono del sistema por los docentes ante la falta de incentivos intelectuales o materiales en la profesión. Dichas condiciones pueden significarnos dos formas de paradigmas. Primero, el “paradigma técnico” en el cuál, el especialista dicta el ejercicio de buenas prácticas orientando al profesor a cambios curriculares en el contenido, metodologías y acción misma de la relación profesor-alumno para lograr eficiencia. En este caso puede presentarse el contrapuesto de no considerar las particularidades de la institución y de las características propias de profesores y alumnos. Segundo, en contraposición, pero no por ello más acabado, el paradigma de mayor contexto y crítica, en el cual destacan los contextos particulares del alumno, profesor y todos aquellos componentes que intervienen en la formación. En este sentido, innovar puede significar incorporar un sistema de valores y subvalores de todos los actores educativos y competencias individualizadas planteadas sistémicamente hacia el desarrollo organizativo y la enseñanza (desarrollo curricular). Al respecto podemos señalar dos modelos. Primero, el llamado Modelo Tecnológico sustentado en un método experimental del cual se apropian investigadores “expertos” respaldados por un determinismo tecnológico que examina costos, riesgos y beneficios en función de intereses de las multinacionales que enajenan la relación entre el sujeto y la máquina. Segundo, el Modelo Práctico o Situacional que presupone las innovaciones de acuerdo al interés y participación colectiva de quienes la requieren. Sin embargo, no debemos olvidar que el desarrollo tecnológico oculta otras formas de interés debido a que ha sido diseñado para resolver problemas de quienes lo controlan y determinan, en ello, las particularidades culturales no resultan importantes.

Todo parece indicar que las nuevas exigencias técnicas y tecnológicas de la Educación  demandan mayor involucramiento del profesorado en sus interrelaciones con el alumno para motivar su interés por el aprendizaje. Para ello el profesor deberá elevar su conocimiento teórico, metodológico y didáctico. Formular y diseñar programas de asignaturas de acuerdo a las demandas sociales, planificar, organizar, evaluar, informar y lograr mayor dominio teórico de los alumnos. En el mismo sentido, si bien pueden alcanzarse nuevas formas de Hacer Educación, también se corre el riesgo de caer en las más absolutas determinaciones que obstaculizan el conocimiento teórico-científico ocultado por interpretaciones generales del saber común. Por ejemplo, la libertad de cátedra mal entendida, esto significa,  eludir  las propias responsabilidades de enseñanza a cambio de supuestos modelos de “participación” y “discusión” de los alumnos. Desde luego que la participación y discusión es indispensable, pero la obligatoriedad de enseñar bajo las exigencias académicas que superen el empirismo a ultranza, es y será responsabilidad de la institución y del profesor[3] Asimismo, el profesor se obliga al aprendizaje continuo, a la competencia y competitividad permanente con similares nacionales e internacionales, sobre todo, frente al nuevo orden mundial de la economía regionalizada que ahora se articula a través de los llamados Tratados de Libre Comercio. Frente a tales regulaciones globales, deben fortalecerse las particularidades e identidades que constituyen formas de expresión institucional, cultural, económica, social, grupal e individual manifiestas en cualquiera de las formas de la actividad humana simple y compleja[4].  Hoy, sincrónicamente con la historia de las sociedades, las nuevas formas de presencia de estas identidades requieren del desarrollo de sus principales elementos, de aquellos que las conforman, agrupan y reproducen, de manera que el todo social se articule funcionalmente.  En este siglo, pensar la identidad filosófica-educativa significa la interacción intra e intersistémica institucional. Las identidades de hoy ya no son las identidades cerradas de los micromundos de los siglos anteriores, con ello, debemos comprender que sólo su fortalecimiento interno les posibilitará el mejor intercambio con otras identidades, de lo contrario sus posibilidades de existir y posteriormente ocupar un lugar en la megaetnicidad se limitarán hasta  su propia reducción. Sin duda alguna, el tema educativo requiere mejores y nuevas formas de discusión y estructuración teórica, epistemológica, histórica, filosófica y metodológica, todas ellas, en función de la responsabilidad social vista más allá de las contemplaciones ecológicas, naturalistas o de su cometido social; la buena educación implica elevar la calidad del conocimiento científico, técnico y académico, fortalecer la  identidad, el nacionalismo, desarrollo, progreso y la competitividad internacional de ese conocimiento expresado en cualquiera de sus formas.

Todo parece indicar que el capital tecnológico adquiere mayor protagonismo sin importar la condición histórica de las sociedades. La tecnología está dejando atrás el uso de sistemas de relación social, productiva y cultural sostenidos hasta hoy. Por ejemplo, en materia educativa, por intermedio de las innovaciones tecnológicas para la enseñanza, el rango de cobertura se amplía con celeridad. Naturalmente, el tema de lo tecnológico en educación no está referido únicamente al uso de la informática; las tecnologías innovadoras educativas consisten en apropiar sistemas, modificar procesos y transformar formas de enseñanza pertinentes a las conformaciones históricas, culturales y sociales de los individuos en quienes se ejecutan, la tecnología es, en última instancia, el completo control, uso y dominio de los elementos técnicos, teóricos, metodológicos y empíricos que resultan de la creatividad humana para transformar su realidad[5].

En definitiva, en este país, la vinculación entre telemática, currículo y competencia para ser la expresión más desarrollada de la ilusión y la enajenación, es decir, la perdida de la conciencia absoluta al suponer que la informática y sus diversas expresiones, las habilidades, destrezas, así como la formación operaria del conocimiento podrán resolver más de 500 años de rezago y dependencia, sobre todo en una sociedad totalmente desprovista de los recursos más elementales y básicos para la captación de gigantescas masas de técnicos-operarios que lejos de capitalizar la nación, deberán competir en un mercado voluble, desequilibrado, desorganizado y carente de políticas y determinaciones jurídicas que aseguren el valor justo del trabajo de la producción material e intelectual. Sin duda, que esta sociedad no genera las condiciones necesarias  para el desarrollo de dichas competencias, por el contrario, las obstaculiza, las detiene. En la relación escuela-familia-sociedad, la primera se hace cargo de cometidos tratando de enseñar conocimientos teóricos, metodológicos, de eso que llaman “educando para la vida”. Pero dicha educación se queda en los pasillos y los salones de esas escuelas. Los estudiantes pretender aprender lo que enseguida les es negado en sus propias realidades de vida. En buena parte de casos, los padres pretenden que los centros de enseñanza logren con sus hijos lo que ellos mismos les niegan en sus propias relaciones intrafamiliares, es decir, comunicación, lenguaje, pensamiento, valores, y todas aquellas formas de desarrollo humano. Así las cosas, después de tantos años y de las condiciones reales de El Salvador conviene evaluar las ventajas y aportes del diseño Curricular y el Modelo educativo por Competencias que tal como muestra la realidad ha sido saturado de información pero desierto de formación. Conviene entonces pensar en la construcción de un modelo propio, un Plan de Estudios determinado por “Áreas Educativas fundamentadas por la teoría, epistemología y metodología salvadoreña”[6]. 

 

 

[1] Ordorika, Imanol, La universidad ante el riesgo homogeneizador de los rankings, Encuentro “Las Universidades Latinoamericanas ante los Rankings Internacionales: Impactos, Alcances y Límites”, Universidad Nacional Autónoma de México, D.F., 17 y 18 de mayo, 2012.

 

[2] Ticas, Pedro, Antropología de la educación, ED. AMMT, México, D.F., 1988. Pág. 89

[3] Ticas, Pedro, Prolegómeno de una antropología educativa salvadoreña, ed. Universidad Pedagógica, El Salvador. Pág. 117

[4] Ticas, Pedro, Ibidem. Op. Cit.

[5] Ticas, Pedro, Antropología de la educación, ED. AMMT, México, D.F., 1988. Pág. 76

[6] Ticas, Pedro, Hacia una política educativa salvadoreña propia, S/P, El Salvador, 2007.

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