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80. Articulación de las 3 funciones en Educación: el paso necesario apra la integración de la Investigación-Docencia y Proyección Social

 

Articulación de las 3 funciones en Educación:

el paso necesario para la Integración de la Investigación-Docencia y Proyección Social.


El concepto

Sin duda que abordar el asunto de la “integración de las tres funciones en educación” en un breve intento teórico resulta una tarea casi imposible. El concepto de integración requiere de la revisión de múltiples elementos que no pueden ser abordados con ligereza y superficialidad, sobre todo, porque “el concepto de integración de las tres funciones debe comprenderse como el constructo concatenado, indivisible y dialéctico de tres componentes, esto es, Historia, Contexto y Recursos Técnico-Operativos de las particularidades institucionales que hacen posible sus propias identidades filosóficas, teórico-epistemológicas, metodológicas y empíricas en la educación”. A cada uno de estos componentes le corresponde su propia derivación técnica, administrativa y académica, es decir, la derivación que hace posible la existencia del concepto institucional (particularidad) vinculado a la sociedad (Totalidad), sin ello, la idea de transformar el Todo Caótico corre el riesgo de convertirse en un supuesto empírico sin ascensión, sin observancia, verificación, comprobación y refutación del Hacer Educativo en Saber Educativo.

Ciertamente, la complejidad del concepto abordado requiere de varias lecturas teóricas, epistemológicas, metodológicas y prácticas. La Integración no se suscita por simple cumplimiento procedimental (diseñar y cumplir con procesos aislados y desarticulados del TODO), la Integración de las tres funciones se resuelve mediante el cumplimiento de un proceso sistémico, articulado y concatenado que hace que las expresiones y conformaciones particulares de cada una de las partes se integre a partir de su primer cometido: la articulación de sus partes.

Algunos problemas en Educación[1]

Con toda seguridad, el modelo técnico de la formación sustentado en el instruccionismo ha dado signos claros de sus grandes limitaciones no solo teóricas, sino, paradójicamente, técnicas y tecnológicas. Las razones de dichas limitaciones para el caso de los países tercermundistas no son nuevas. En realidad, las asimetrías de desarrollo entre los países y sociedades industriales con respecto de los países pobres son tan grandes que muy difícilmente la tecnología podrá convertirse en el principal instrumento de desarrollo y progreso. La manufactura y realización de procesos industriales o tecnológicos no implica in situ el dominio tecnológico de las sociedades sobre los medios de producción y menos aún sobre el conocimiento científico. Producir ciencia desde plataformas técnicas convierte a las sociedades en fuerza de trabajo simple, fácilmente vendible y en deterioro constante de su valor. Por ello las nuevas reglas de la medición de rankings de la educación superior se sustentan bajo indicadores totalmente alejados de la historia, devenir, cultura, identidad y formación social propia de los países pobres a quienes se les aplican modelos “harvardómetricos”[2]   muy propios de la cienciometría que solo pueden ser aplicables a sociedades concretas históricamente formadas de conformidad con dichos elementos de medición y que distan mucho de las realidades históricas de los pueblos latinoamericanos, en particular, de El Salvador. Por ello, los llamados “sistemas de evaluación” impuestos por el mundo anglosajón presentan algunas limitaciones tanto en el orden conceptual como metodológico. Por ejemplo, en lo “Conceptual y de diseño: a) Parten de un modelo único e ideal de universidad y pretenden que todas las instituciones avancen en la misma dirección; en consecuencia desconocen la naturaleza de tradiciones académicas, infraestructura, objetivos y entorno institucional, entre otros aspectos, b) Se totaliza la calidad de una institución a partir de un pequeño conjunto de indicadores de desempeño, c) Agendas diferenciadas y creciente orientación comercial y c) Sesgos en modelos universitarios, idioma y orientación. Del mismo modo, en materia metodológica: a) No hay claridad respecto a los criterios seguidos en la selección de instituciones evaluadas, indicadores y metodologías, b) Se realizan ordenaciones con base en mediciones de la calidad, sin resolver el problema del significado de las distancias entre los diferentes lugares asignados y c) La utilización de los rankings como instrumentos que buscan comunicar el nivel de calidad alcanzado por las instituciones universitarias, tienen un rango limitado de indicadores”[3]

El asunto de la “Integración de las tres funciones”.

Como señalamos al inicio de este breve trabajo, el concepto de “integración” implica la construcción de tres componentes: lo Histórico, el Contexto y los Recursos.

El Primer componente que señalamos referido a la definición de lo Histórico en la Educación Latinoamericana requiere de múltiples y disimiles consideraciones que desde luego no podremos abordar en este breve trabajo. Ahora nos ocuparemos de señalar algunos elementos que intervienen en el “proceso de integración de las tres funciones” universitarias en sociedades neófitas, sin tradición y sin historia teórico-empírica en el cumplimiento de dichas “funciones”. Conviene entonces, comenzar por el principio, es decir, por eso que llaman “funciones”. Al respecto, Latinoamérica cuenta con disimiles experiencias. Ciertamente el proceso histórico de la formación educativa en Suramérica difiere drásticamente de la educación en Centroamérica y en esta región, las diferencias entre los países que la conforman. Por ejemplo, en el caso salvadoreño, la historia de la educación en casi todos sus niveles indica y certifica drásticamente la carencia de un Sistema Educativo Nacional y más aún, de un Sistema Integral. En el plano educativo, El Salvador ha sustentado su enseñanza a partir de la aplicación de Programas Educativos que han valido lo que vale el tiempo presupuestario para su ejecución. La excesiva dependencia de casi cualquier ocurrencia educativa del mundo anglosajón y la permanente condición de Laboratorio Experimental de Programas, Proyectos, Modelos y Diseños económicos, políticos, educativos y otros tantos, ha conducido a la ausencia de un proyecto de nación y particularmente, de un proyecto de nación propio. La idea de nación ha sido construida sobre la inmediatez, temporalidad, casualidad y la experimentación. En tales condiciones, el concepto de “función” en educación refiere estrictamente la condición  de “Cumplir”, “Actuar”, “Ejecutar”, condición que desde luego refleja la operatividad técnica de procesos que suelen quedar desarticulados, desintegrados y muy difícilmente concatenados, pensados. El pensamiento Concreto resulta ser el modelo perfecto para el conocimiento sin exigencia, el Hacer se impone sobre el Saber y lo Empírico determina la facultad de lo Teórico. El desdén y desprecio por lo teórico se adopta y asimila como la principal “función” del quehacer educativo. Ciertamente, el concepto de “función” en educación lleva insitu su propia antítesis, es decir, “Integración de las tres Funciones”. En su sentido estricto, el concepto de Función refiere la noción de Sistema, el sistema requiere de la organización sistémica, organizada, de la correlación y articulación funcional de sus partes y finalmente de la integración de las  mismas.  En simples términos, en la esfera de lo conceptual, el asunto de la integración de las tres funciones presentada como simple función practica provista solo por procesos, resulta ser una negación de sí misma que no se niega para superarse sino para detenerse, obstaculizarse. La contradicción entre Integración y Función yace en la misma concepción y por tanto, en las formas de su definición, aplicación, ejecución, verificación y comprobación. En tal sentido, su cumplimiento adquiere la misma subjetividad con la que es observado, la misma subjetividad con la que es construido.

Pero también surgen otros elementos en el orden de lo histórico. La integración ha tomado más un carácter de Acreditación de las labores operativas, técnicas y administrativas, que de la generación de pensamiento propio, y menos aún, de la construcción de pensamiento científico propio de las instituciones de educación superior. Las identidades de dichas instituciones deambulan en la volatilidad y fragilidad que el mundo anglosajón les impone y la posibilidad de construir un proyecto educativo del conocimiento propio se cierra frente a la excesiva dependencia, asimilación y acomodación de lo extraño, lo ajeno. El sentido de lo histórico debe implicar la supeditación de la vinculación a la articulación, esto es, la relación de las instituciones de educación con la realidad, con la totalidad, con la sociedad en pleno, con ello la articulación de las tres funciones adquiere sentido de pertenencia, reflejo, conexión, interacción y transformación de la realidad mediante la constancia, permanencia y sostenibilidad que convierte a la sociedad en pleno en DEPOSITARIA del conocimiento común transformado en conocimiento científico. En tales condiciones, el constructo de la historia como concatenación de las tres funciones advierte su importancia, relevancia y trascendencia de lo abstracto a lo concreto, de lo simple a lo complejo y de lo teórico a lo práctico explicado, asimilado al plano de la conciencia.

La integración de las funciones aplicada a la llamada “Acreditación”

“….Mientras que en Estados Unidos, su país de origen, la Acreditación resulta centenaria como respuesta a una perspectiva productivista de la educación en la que los resultados tienen una importancia fundamental”[4], en los países dependientes apenas surge “hace tres décadas”[5].  Así por ejemplo, en ese mismo país, la “institucional accreditation” es una evaluación muy global sobre el buen funcionamiento de las universidades, mientras que “programm accreditation” se realiza sobre las titulaciones y es algo más aproximado a una verdadera acreditación[6]. Debida cuenta cabe señalar que dichas atribuciones al proceso de evaluación desde la perspectiva, historia y condiciones propias de los pueblos anglosajones, los países latinoamericanos están condenados a no cumplir nunca con dichas exigencias a menos que internamente dicho proceso de evaluación exprese conductas atípicas y de interés particular.

 En opinión de algunos autores, Estados Unidos ha experimentado tres momentos sustanciales de su organización educativa superior. La primera realizada con carácter metodológico predominantemente cualitativo media la “reputación de la universidad”. El proceso de evaluación comprendía visitas informales a la institución y la realización de sondeos de opinión pública sobre la institución para informarse sobre el grado de reconocimiento o prestigio que la institución tuviese en función de la colocación en el mercado de trabajo de sus egresados. Más adelante, en los años veinte, surge la llamada “objetiva” en la que surgieron universidades como stanford a partir del cambio de metodología más orientada a los asuntos cuantitativos tale como bibliotecas, documentos, bibliografías, grado de formación de la planta docente, publicaciones, acondicionamiento de salones de clases, dedicación de los estudiantes, participación de maestros en las decisiones institucionales y otras tantas orientadas a la obtención de puntos. Más adelante en los años sesenta en virtud del crecimiento del sistema educativo estadounidense se incorpora al proceso la “visita al sitio evaluado (llamados ahora pares evaluadores)”[7], con ello se trataba de integrar el modelo sustentado en “reputación” (la primera forma) y la segunda forma sustentada en la obtención de puntos. Ambas finalmente referidas plenamente al sentido cuantitativo de la educación.

Para el caso de las evaluaciones consideradas como “proceso” de evaluación, en Latinoamérica corresponde al Estado la tarea de identificar, seleccionar e instruir a los pares evaluadores sobre la tarea que habrán de realizar. Si bien, en buena parte de los casos se trata de profesionistas, académicos, intelectuales o personalidades reconocidas por su dominio en el área educativa, también debe señalarse las serias limitaciones y deficiencias de estos Estados por carecer de la formación necesaria para los pares que supere sus muchos casos, las subjetividades, voluntariedades individuales dejando casi a sus propias subjetividades, las objetividades institucionales de tal suerte que el manual de procedimientos y proceso elaborado para dicha evaluación de la calidad termina siendo una lista de cotejo que las instituciones habrán de cumplir deteniéndose con mucha precisión en el “proceso” y no en la calidad educativa. 

 “Eso, que llaman proceso, pone en grave riesgo las identidades educativas de las naciones latinoamericanas. Los mismos criterios e indicadores que se formulan terminan superando las propias aspiraciones del conocimiento. En realidad se trata de cumplir con el “proceso” y haber desarrollado las tareas que el mismo requiere, de manera que contenido, formas, tipos y niveles de conocimiento que podrían generarse a partir del plan de estudios pasa a segundo término”[8], quizás por ello, ahora –y no menos importante-, ya no es necesario contratar especialistas sobre modelos curriculares, basta con designar una persona que conozca de procesos para que oriente la formulación de un plan de estudios. Posiblemente el proceso en cuestión se inicia con la elaboración del informe de autoevaluación que no consiste más que en llenar un formato que habrá de entregarse a los evaluadores en el cual figura con mayor predominancia los datos cuantitativos envueltos en algunas consideraciones o apreciaciones, incluso, surgen figuras métrico-educativas denominadas “medios de verificación”. “Con ello la relación institución-calidad abre espacio a posibles disfunciones y desarticulaciones originadas por el carácter predominantemente productivo de la esfera mercantil reflejado en los criterios e indicadores del manual de acreditación”[9].

El Segundo componente está orientado a la observancia del Contexto.  Dicho componente merece al menos dos apreciaciones. La primera referida a las imposiciones, soluciones, formulas y disposiciones de las sociedades industrializadas que tratan el fenómeno del cumplimiento de las tres funciones de la educación de manera unilineal y determinista. Como hemos señalado anteriormente, las particularidades de las sociedades latinoamericanas derivadas de su propia conformación histórica nos indican la diversidad de sus variaciones, esto es, las claras asimetrías históricas entre las mismas sociedades latinas y más aún con respecto de las anglosajonas, asimetrías que contrariamente al discurso sostenido por algunos organismos internacionales desde hace 20 años sobre su reducción en siglo XXI, ahora se acrecientan y desarrollan con mayor celeridad, en tal sentido, la observancia del Contexto impone la condición sine qua non de vincular el Contexto en el que se produce y reproduce la “integración de las tres funciones” en los países industrializados (anglosajones) y la realidad histórica de los países dependientes. Dicha realidad inobjetable constituye quizás, la primera forma de comprender que los requisitos impuestos por las instituciones educativas de los países industrializados en todas sus formas y contenidos, resultan inalcanzables para la mayoría de los países latinoamericanos, el Contexto entonces, hace la diferencia entre cada uno de los países. La segunda que corresponde a la realidad inmediata, medida y controlable por las instituciones en sus propias sociedades. En simples términos, esto significa la  proyección y comprensión holística del Todo, así como las formas de identidad que cada institución desarrolle en relación con su sociedad inmediata, entendiendo como sociedad inmediata a estudiantes, docentes, administrativos, operativos y todos aquellos que hacen posible la funcionabilidad institucional, con ello, el vínculo, articulación con la sociedad mayor, es decir, con la sociedad externa alcanza mayores niveles de unicidad y por tanto, la concreción de sus abstracciones. Esa sociedad, la externa, se rige, organiza y determina por reglas e intereses distintos. Pero precisamente en esto último consiste sustancialmente la oportuna y sincrónica articulación del intrasistema institucional y del alcance de intersistemas entre sociedad e institución, en eso consiste en esencia la integración de las tres funciones, LA INTEGRACION DE LA INSTITUCION EDUCATIVA EN LA SOCIEDAD, pero también, no se trata de procesos integracionistas de aculturación, se trata de unificar las condiciones, realidades, determinaciones y aportes a la transformación compartida del Todo Caótico Social en virtud del desarrollo, progreso, sustentabilidad y sostenibilidad de todas las esferas de la vida material e intelectual. Docencia, Proyección Social e Investigación constituyen la unidad de pensamiento, conocimiento. En tanto, sus acciones, transfiguraciones, reconformaciones y proyección infiere una función sistémica que permite la generación y reproducción de ciclos ascendentes del SABER en virtud del HACER transformado, explicado. 

El Tercer componente referido a los Recursos Técnico-Operativos comprende la disponibilidad real de lo material e intelectual de las instituciones. Naturalmente, el sentido de los Recursos se halla intrínsecamente articulado a los dos componentes anteriormente expuestos. Sin duda que la historia y contexto de la formación institucional en sociedades empobrecidas, marginadas y excluidas deriva en serias y profundas limitaciones en la unicidad sistémica de lo teórico, epistemológico, metodológico y empírico de la docencia, proyección social e investigación. Alcanzar estándares de calidad y cantidad en sociedades en donde esos elementos han sido privativos, restringidos, limitados o prohibidos parece ser la más clara utopía de la fantasía educativa o del más claro montaje escenográfico que ha convertido a las sociedades pobres en verdaderos actores del Hollywood educativo. Quizás, una lectura más aproximada a la verdad pueda acercarnos con mayor objetividad al montaje sostenido del escenario teatral de las exigencias educativas internacionales que nuevamente marcan el destino de los países dependientes al amparo de teorías neo-evolucionistas de suponer la unilinialidad del desarrollo y el progreso de las sociedades al margen de su historia y formación social, económica, política y cultural. El peligro de las formas que el neocolonialismo adquiere disfrazado de inclusivo, equitativo, justo y proporcional al amparo de un discurso ideológico humanista, no hace más que profundizar la exclusión (ahora revertida en autoexclusión), discriminación, subordinación, así como la regresión a la antigua teoría racista, discriminativa y clasista de la sobrevivencia del más fuerte, el más apto y capaz.

El asunto de los Recursos adquiere múltiples formas. Por ejemplo, los recursos financieros y presupuestarios destinados al gasto en educación deben diferenciarse de la inversión en educación, esto es, pensar la inversión en instalaciones e infraestructura adecuada, servicios y atenciones, innovación tecnológica material, etc. En el mismo sentido, también incluye lo Didáctico que hace posible la relación enseñanza-aprendizaje, relación que desde luego resulta del vínculo Yo con el Otro, con lo Otro.  Esto significa que la Didáctica comprende también los asuntos técnicos, metodológicos y prácticos existentes en el entorno, en el mundo de lo holístico que hace posible la relación enseñanza-aprendizaje. Por su parte, los recursos materiales suscritos al orden de lo Técnico-Operativo se hallan articulados con la creación de un mundo eco-educativo al cual se incorporan los medios tecnológicos, el diseño y uso de los espacios y el control y dominio del medio. Creatividad, inventiva, desarrollo de las relaciones sociales, conocimiento, lenguaje, desarrollo físico-motor, comportamiento lógico, visión del mundo y otros tantos elementos propios del desarrollo humano se encuentran intrínsecamente vinculados e integrados a la esfera de la relación del mundo material con el mundo intelectual, en ello, la significación de las figuras, cosas, formas y colores que las cosas adquieren se constituyen en recursos tangibles para la labor articulada de la investigación, docencia y proyección social. Por ello, el mundo fantasioso generado en los países pobres sobre los recursos tecno-educativos, tecnológicos, telemáticos, informáticos y otros, solo puede ser producto del pleno desconocimiento de lo propio, de la realidad, de la historia. El problema no es lo tecnológico, por el contrario, dicho recurso adquiere su pleno uso, significado, aprovechamiento y función cuando las sociedades han alcanzado la madurez para su control y dominio.

Finalmente, en materia de lo Operativo, las instituciones deben conformar sus propios diagramas y diseños. La operatividad de la Articulación debe sostenerse sobre la contrastación de los elementos reales y tangibles que hacen posible la existencia y cotidianidad de todos y cada uno de los elementos que dan vida a las “tres funciones”. Esos elementos que representan la abstracción institucional solo cobran vida, identidad, particularidad o singularidad cuando se hallan concretados a través de sus propios inter/ intravínculos. En tal sentido, el diseño o diagrama formulado debe responder a esas particularidades o singularidades Articuladas. La adopción de modelos importados, asimilados o acomodados a lo propio solo evidencia la continuidad de la imposición de ideas, contextos, historia y pensamiento de lo ajeno a lo propio. En síntesis, solo puede pensarse la “Integración de las tres funciones en educación” en tanto se cumpla con el primer requisito que consiste en su previa Articulación. Eso, solo es posible en instituciones académicas maduras en las que cada una de las partes que la conforman adquiere una función específica y el sentido de su función les conduce a la creación de sistemas, de lo orgánico concatenado. Empero, en aquellas instituciones que confunden su identidad de producir ideas con producción de lo material asumiendo decisiones administrativas, técnicas, académicas, formas, mecanismos y procesos a la usanza de procesos maquiladores sin respeto al debido proceso, el concepto de la Articulación y más aún, el concepto de Integración solo resulta ser una de las mayores fantasías hollywoodescas y de la más clara enajenación mental que solo conduce a la supeditación, reduccionismo y  autodescalificación.



[1] Ticas, Pedro, El Salvador: el deslumbramiento por la telemática en educación como neo-receta anglosajona y el abaratamiento de la fuerza de trabajo en el mercado del conocimiento (Primera Parte), Diario Co-Latino, El Salvador, jueves 23 de agosto de 2012. Pág. 14

[2]Ordorika, Imanol, La universidad ante el riesgo homogeneizador de los rankings, Encuentro “Las universidades latinoamericanas ante los rankings internacionales: impactos, alcances y límites”, Universidad nacional Autónoma de México, D.F., 17 y 18 de mayo, 2012.

[3]Ordorika, Imanol, Ibídem, Óp. Cit.

[4] Díaz, Ángel, La acreditación de programas (planes de estudio). Entre el formalismo y los procesos educativos, Instituto de investigaciones sobre universidad y la educación, UNAM, México, 2007

[5] Díaz, Ángel, Ibídem. Op. Cit.

[6] Díaz, Ángel, Ibídem, Óp. Cit.

[7] Díaz, Ángel, Óp. Cit.

[8] Ticas, Pedro, Acreditación de la educación superior en El Salvador: la urgente necesidad de su reconversión, Diario Co-Latino, El Salvador, Lunes 28 de febrero de 2011. Pág. 13

[9] Ticas, Pedro, Óp. Cit.

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