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Pedro Ticas |
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44. Historia, política y perspectivas de la Educación en El Salvador: Aproximación Epistemológica. Parte I |
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Historia, política y perspectivas de la Educación en El Salvador:
Aproximación Epistemológica. Parte I
Nota preliminar
Debo comenzar por señalar que esta conjunción de ideas sobre el tema de historia, contrapuestos y proyecciones de la educación en El Salvador, apenas reúne algunas ideas que sobre la universalidad del concepto EDUCATIVO puede generarse desde distintas disciplinas, lo que me permite que al amparo de la multidisciplinariedad, las premisas que ahora se presentan, únicamente logren constituirse como parte del acervo teórico de discusión académica, en tal sentido, en esta ocasión me ocuparé de señalar únicamente algunos elementos que me resultan esenciales para el debate sobre el quehacer educativo, vista y entendida la educación mas allá del acto escolarizado, es decir, planteada en sus dimensiones epistemológicas vinculadas imperativamente con la realidad y los cambios que en esta última se suscitan a partir de dos componentes: Primero, la constante observación epistemológica para la construcción del Sistema Educativo Nacional y en consecuencia, un Segundo componente que revele la necesidad ontológica del desdoblamiento histórico, filosófico y empírico del HACER mecanicista y positivista del modelo educativo impuesto por las “razones de los países industrializados” al paso imperativo del SABER crítico y transformador del conocimiento a partir de la construcción de lo propio, de lo que hace a la identidad y cultura nacional fracturada por la historia de mas de 600 años.
El tema histórico de la Educación Nacional
Ciertamente tomaría mucho tiempo detallar los pormenores teóricos, pedagógicos y empíricos que el concepto de la Educación Nacional ha experimentado desde sus primeros asomos académicos hasta su ascensión científica alcanzada después de casi dos siglos. Por ello, en esta oportunidad me ocuparé fundamentalmente de exponer las macro concepciones educativas y desde luego, sus formas de realización operativas desde las cuales hemos estructurado nuestros presupuestos epistémicos, técnicos y metodológicos. En términos generales, la historia de la educación salvadoreña, comienza en la cuarta década del siglo XX, esto significa que la tarea de plantear la problemáticade la educación, de acuerdo a criterios de proyección y previsibilidad como uno de los componentes mas importantes del estado, fue alejada y hasta ignorada por las subsiguientes Administraciones Públicas de gobierno. “La primera concepción planeada de la educación nacional está contenida en el Decreto Nº17 publicado en el Diario Oficial Nº 267 del 8 de diciembre de 1939. Antes de esta fecha lo que ahora es el Ministerio de Educación pertenecía al llamado Ministerio de Relaciones Exteriores, Justicia e Institución Pública. A partir de la reforma educativa del 8 de diciembre de 1939 con fines y objetivos precisos, se inicia la autonomía del Ministerio de Educación. La reforma de la educación de 1939/1940 fijó los marcos o esquemas que el nivel primario conservó hasta la década de los 60”[1]. En realidad, en las décadas de los 60 y 70 la llamada Escuela Vocacional se encargaba de preparar personas con habilidades y destrezas para Corte y Confección, Taquimecanografía, “técnicas de belleza”, arte y decoración y diversas actividades que convirtieran el conocimiento académico en simple instrucción de oficios, cultura que incluso, actualmente, se reproduce en eso que llaman “jóvenes en conflicto con ley” que mas bien responde al modelo hacendario del virreinato de enseñarles carpintería, sastrería, panadería, obra de banco y otros similares, que no expresan mas que la eterna condición de una cultura de la esclavitud aceptada y asimilada durante el período Colonial de la servidumbre vigente hasta nuestros días y manifiesta en la conducta, comportamiento, costumbres y lenguaje tanto cotidiano como político, ejemplo de ello es la precariedad de lenguaje político nacional y la definición de Centros Urbanos en Cascos Urbanos al estilo de la hacienda feudal.
Sin lugar a dudas, la enseñanza escolarizada de hoy no pertenece únicamente a la esfera de lo nacional, en realidad, su carácter supranacional la convierte en Unidad y Opuesto de lo multinacional. La Unidad de su carácter filosófico consiste en su propio pensamiento universal traducido en sistemas de información, colocación y asimilación de códigos comunes que faciliten el intervínculo entre los estados. Su carácter Opuesto, comprende las diversidades supranacionales que intentan asimilar esos códigos pero que dada su propia historia y la historia de sus hechos, no logran incorporarse ni asimilarse. Pero la enseñanza escolarizada también contiene otros elementos que circundan el arte de enseñar, aprender y educar. En su sentido más amplio, la enseñanza moderna ha incorporado diversos mecanismos para formar mentes con visión de futuro que respondan al concepto globalizador de educar. Dicho concepto sólo puede ser comprensible en el marco de las construcciones pedagógicas, técnicas, metodológicas, cognitivas y filosóficas globales, en las cuales, desde luego, aparecen dos formas relativas para su aplicación: la regionalización y lo que denominamos “área educativa”.
La globalización (expresada filosóficamente desde el determinismo geográfico y políticamente desde el principio geopolítico de regionalización), adquiere un carácter predominantemente unilineal que obliga a intelectuales, académicos, docentes e investigadores a la articulación de procesos de investigación con temas afines (en algunos casos impuestos por la moda, coyuntura o mercadotecnia) que conducen peligrosamente a conocer más sobre el otro, lo otro, que sobre el mismo yo; esto significa la transformación educativa que pasa de su concepción inicialmente formativa a una concepción predominantemente informativa con breves y rápidos mensajes que dejan en el cerebro conclusiones inducidas por su forma y no por su contenido.
Por su parte, lo que denominamos “área educativa” surge como derivación de la educación informativa como una de sus consecuencias. Como hemos dicho antes, las disposiciones políticas, económicas e ideológicas de la educación globalizada mal entendida o mal ejecutada, obligaría a los países industrializados a regionalizar las formas, contenidos y procesos de enseñar y educar, es decir, promover, desarrollar y apoyar modelos educativos regionales orientados a una agenda teórica, metodológica y pedagógica común con el objetivo de homogeneizar el conocimiento de manera unilineal instructiva y mecanicista, bastará para ello, implementar un modelo básico y técnico. Dicha política educativa concluye en la formación de áreas educativas en las cuales se producirán ciertas formas y niveles de conocimiento que al distinguirlos y agruparlos facilitaran la regeneración del modelo global.
En este marco, el conocimiento de los fenómenos emergentes en las realidades nacionales constituye premisa necesaria para el quehacer universitario. En tal condición de responsabilidad social, la investigación y enseñanza universitaria se obliga a la realización de innumerables estudios sobre distintos fenómenos que intervienen en las formas y sistemas de la vida nacional, esto es, en las esferas de lo económico, cultural, histórico y político que se expresen en las particularidades de la sociedad. En esa línea, las investigaciones realizadas por todas lasgeneraciones de estudiantes y profesionistas formados en la universidad deben ser siempre la respuesta del compromiso con la sociedad nacional y la producción universitaria, en este sentido, la educación entendida como proceso de ascensión del sincretismo enseñanza-aprendizaje, conocimiento y predicción del devenir social, constituye uno de los instrumentos fundamentales de la educación en la que desde luego, como hemos señalado en otros trabajos, el METODO constituye el elemento fundamental para la determinación de Cómo aprendemos y Cómo enseñamos, ese METODO que resulta una abstracción epistémica se convierte en realidad en el compuesto teórico más importante para determinar la política (ideología), estructura y operativización de la educación en cualquiera de sus niveles, dicho de otra manera, “equivocar el METODO puede implicar el desprendimiento pleno de lo propio y la invisibiliización de lo histórico”[2].
Del instruccionismo (hacer educación) al conocimiento (saber para la educación)
El Saber en la educación en su sentido más amplio es crearla y recrearla en todas sus formas, figuras, contenidos, símbolos y otros tantos que resultan imposibles de describir y explicar en un mismo intento teórico. Las maneras y formas de saber y hacer en educación se complejizan con la acelerada intervención tecnológica. Tal como sucedió en el paso del capital agrícola al capital industrial, ahora la tecnología invade los hemisferios del pensamiento ordenado y trastoca la ruta del conocimiento sostenido y organizado en función de la producción teórica. Como resultado de la alteridad del conocimiento, la tecnología supedita el razonamiento y la critica en el proceso ascendente del mismo, al aprendizaje efímero, virtual y dependiente “conocimiento” que dirigido a los países dependientes no es más que el simple instruccionismo de contenidos cognitivos.
Precisamente al respecto de las asimetrías educativas entre sociedades industrializadas y dependientes, el estudio de la Educación demanda nuevas formas de construir pensamiento de manera tangible, crítico y moldeable a la comprensión del todo como unidad. Para lograr esta comprensión, el conocimiento debe superar la etapa reflexiva de la educación y contraponerse a las particularidades relativistas del mundo empírico que pueden reducirse riesgosamente a conclusiones imbricas de la realidad. En ello, la educación empírica a la usanza occidental aplicada a la pluriculturalidad latinoamericana, no hace más que soslayar las formas históricas y culturales de las múltiples identidades nacionales que se norman en cada uno de los pueblos latinoamericanos. Conviene entonces pensar y repensar el sentido de la Educación del siglo XXI en el marco de las propias realidades históricas y culturales de la multietnicidad que ahora conforma y se construye en cada unidad familiar salvadoreña.
Con toda seguridad, sin Identidad Nacional no puede haber Educacióninvolucramiento del profesorado en sus interrelaciones con el alumno para motivar su interés por el aprendizaje. Para ello el profesor deberá elevar su conocimiento teórico, metodológico y didáctico. Formular y diseñar programas de asignaturas de acuerdo a las demandas sociales, introducir tecnologías, planificar, organizar, evaluar, informar y lograr mayor participación de los alumnos. Así pues, si bien pueden alcanzarse nuevas formas de Hacer Educación, también se corre el riesgo de no rebasar las más absolutas determinaciones que obstaculizan el conocimiento teórico-científico ocultado por interpretaciones generales del saber común, por ejemplo, la libertad de cátedra mal entendida, es decir, eludir las propias responsabilidades de enseñanza a cambio de supuestos modelos de “participación” y “discusión” de los alumnos. Desde luego que la participación de los estudiantes en el aprendizaje es indispensable, pero la obligatoriedad de enseñar bajo las exigencias académicas que superen el empirismo a ultranza, es y será siempre responsabilidad de la institución y el profesor. Asimismo, el profesor se obliga al aprendizaje continuo, a la competencia y competitividad permanente con similares nacionales e internacionales, sobre todo, frente al nuevo orden mundial de la economía regionalizada que ahora se articula a través de los llamados Tratados de Libre Comercio. . Se trata de discutir sobre el futuro de la nación representada y constituida por grupos, sectores sociales, económicos, políticos, ideológicos y culturales que dinamizan esta sociedad. En el plano académico, se trata de mayor
La llamada política educativa nacional
Como hemos dicho, Pensar la Educación y su respectiva Política Pública requiere de la más amplia elaboración histórica de los hechos que la construyen, tanto en el plano intelectual, material y político. Pensar una política educativa implica pensar mas allá de las simples especulaciones temporales, eventuales y peor aun, circunstanciales de la educación, tanto en el plano teórico, epistemológico, metodológico y político. No puede construirse una política educativa sustentada en datos estadísticos y valoraciones efímeras sobre categorías que tienen antecedentes históricos, esto es, sobre categorías tales como deserción, reprobación, deficiencia cognitiva, aprendizaje, todas ellas y otras tantas, solo tienen explicación en el recuento histórico ideológico, cognitivo, metodológico y empírico de la sociedad. La educación resulta de los procesos acumulativos que las sociedades ostentan durante sus distintas etapas de formación, desarrollo y transformación, en tal caso, el pensamiento educativo se transforma de acuerdo a las exigencias y formas de producir el mundo, aunque desde luego, de acuerdo a las circunstancias propias de cada sociedad, las formas de producir el mundo varían de acuerdo a las condiciones propias, esto es, el modelo educativo que resulta de lo propio fortalecido por lo externo Vs. el modelo que resulta de lo externo sin inclusión de lo propio.
La Política Educativa no resulta únicamente de la decisión administrativa de implementar una Política Pública sin el debido proceso académico-técnico, pensarlo de esta manera significaría la más pura superficialidad del ejercicio del conocimiento, el saber y la ciencia, es decir, la mera especulación temporal y sin perspectiva de nación. Por el contrario, la Política Educativa se establece a partir de cometidos históricos, culturales, económicos y sociales que construyen una nación en función de su propio devenir[3]. Desde luego que como toda política, por su carácter, responde a una serie de enunciados administrativos que la hacen tangible, errónea o certera en su concepción u aplicación, en todo caso, corresponde a los diseñadores y aplicadores de esas políticas, elaborar los diagnósticos respectivos con la finalidad de identificar los problemas y proponer las soluciones pertinentes.
[1] S., Alejandro, Historia de la educación en EL Salvador, S/E, El Salvador, 2008. S/Np
[2] Ticas, Pedro, prolegómeno de una antropología educativa salvadoreña”, Ed. Universidad Pedagógica de El Salvador, El Salvador, 2007. Pág. 123
[3] Ticas, Pedro, Políticas públicas y gobernabilidad, Ed. CCC, México, 1994. Pág. 213
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