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Pedro Ticas  
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  => 108.Pandemia Covid-19 en El Salvador: el paso de sociedad política a sociedad civil en la reestructuración del estado capitalista mundial
  => 107. Articulación entre educación básica, media y superior: elementos esenciales de las Áreas Educativas. Primera Parte
  => 106. La calidad educativa no se mide por la infraestructura de las escuelas La Escuela es Territorio y el Territorio es Educación. La práctica educativa desde el territorio: un aporte de la sociedad salvadoreña
  => 105. El Proyecto de Nación en Educación: un sistema de articulación, particularidad y singularidad del territorio desde las áreas educativas
  => 104. Los Programas de Prevención Social: entre la retórica política y el utilitarismo jurídico.
  => 103. Los partidos políticos, una figura agotada. Voto en elecciones: el nuevo instrumento de la reorganización social de la población
  => 102. El Salvador, de sociedad política a sociedad civil: notas sobre la cultura del voto y las encuestas de opinión pública
  => 101. Reconvertir los partidos políticos y estado salvadoreño: una ruta imperativa contra el escepticismo político
  => 100. El Territorio: objeto fundamental para la extensión, proyección e investigación universitaria
  => 99. Lo Generacional e Intergeneracional: una propuesta epistemológica aplicada a la educación escolarizada. Tercera y última Parte
  => 98. Lo Generacional e Intergeneracional: una propuesta epistemológica aplicada a la educación escolarizada. Segunda Parte
  => 97.Lo Generacional e Intergeneracional: una propuesta epistemológica aplicada a la educación escolarizada. Primer Parte
  => 96. La articulación universidad-empresa y estado: una construcción epistémica y holística desde la particularidad territorial
  => 95. Antropología criminológica sobre el delito, su cultura y su contracultura: Maras y la noción de Inserción y Reinserción Social. Segunda Parte
  => 94. Antropología criminológica sobre el delito, su cultura y su contracultura: Maras y la noción de Inserción y Reinserción Social. Primera Parte
  => 93. El concepto de Control Territorial en la producción económica material, la producción intelectual y la seguridad social pública y privada.
  => 92. El peligro de la violencia como cultura juvenil y los nuevos rumbos jurídicos de la justicia social
  => 91. La migración salvadoreña: el peligro de la desesperanza y de la identidad nacional
  => 90. Hacia una nueva mwetodología teórica y de campo en la docencia: la investigación desde los Programas de Asigantura en los Salones de Clases. Cuarta y última parte.
  => 89. Hacia una nueva metodología teórica y de campo en la docencia: la investigación desde los Programas de Asignatura en los Salones de Clases. Tercera Parte
  => 88. Hacia una nueva metodología teórica y de campo en la docencia: la investigación desde los Programas de Asignatura en los Salones de Clases. Segunda Parte
  => 87. Hacia una nueva metodología teórica y de campo en la docencia: la investigación desde los Programas de Asignatura en los Salones de Clases. Primera Parte
  => 86. La PAES: una responsabilidad de la sociedad salvadoreña
  => 85. Propuesta de Política agrícola salvadoreña: el paso de la economía importadora a la economía comunitaria. Antropología
  => 84. Maras, Estado y Sociedad en El Salvador: el Mapa Ciudadano de Seguridad Social. Una construcción antropológica
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  => 82. Antropología del suicidio y la violencia salvadoreña: de la desesperanza a la migración
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  => 79. Cambio climático, desarrollo sostenible y sustentable en países dependientes: Antropología del ecosistema. Tercera Parte
  => 78. Cambio climático, desarrollo sostenible y sustentable en países dependientes: Antropología del ecosistema. Segunda Parte
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  => 76. Alcances y limitaciones del modelo educativo basado en competencias: el caso salvadoreño. Consideraciones antropológicas. Tercera Parte (noviembre de 2012)
  => 75. Alcances y limitaciones del modelo educativo basado en competencias: el caso salvadoreño. Consideraciones antropológicas. Segunda parte (noviembre de 2012)
  => 74. Alcances y limitaciones del modelo educativo basado en competencias: el caso salvadoreño. Consideraciones antropológicas. Primera parte (noviembre de 2012)
  => 73. Mapa Educativo Nacional: Una propuesta para la política educativa salvadoreña desde la universidad Segunda Parte
  => 72.Mapa Educativo Nacional: Una propuesta para la política educativa salvadoreña desde la universidad Primera Parte
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  => 69.El Salvador: El deslumbramiento por la telemática en educación como neo-receta anglosajona y el abaratamiento de la fuerza de trabajo en el mercado del conocimiento. (Segunda Parte)
  => 68. El Salvador: El deslumbramiento por la telemática en educación como neo-receta anglosajona y el abaratamiento de la fuerza de trabajo en el mercado del conocimiento. (Primera Parte)
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  => 47. Geopolítica, medio ambiente e institucionalidad: el nuevo rostro del llamado "humanismo" internacional. I Parte
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79. Cambio climático, desarrollo sostenible y sustentable en países dependientes: Antropología del ecosistema. Tercera Parte

 

Cambio climático,  desarrollo sostenible y sustentable en países dependientes:  Antropología del ecosistema


“La armonía ser humano-naturaleza solo se alcanza cuando el ser humano logra  el equilibrio, control y dominio sobre los recursos naturales de acuerdo a la naturaleza biológica de los mismos y  a la naturaleza social del ser humano


El Salvador: Un territorio convertido en desierto y desesperanza


El deterioro ambiental en El Salvador ya no es un problema, es una cultura. Muy poco se puede apuntalar sobre la perdida de los recursos naturales del país en tanto solo queda el recuerdo de ellos
. La cultura del deterioro ambiental nacional ha sido históricamente asimilada del mismo modo que su perenne condición de pobreza, subalimentación, desnutrición y hambre.  Pareciera ser que el hambre histórica se ha convertido en una de las partes integrantes del folclor y la expresión cultural del inframundo de la población convertida en desesperanza y apatía, lo cual confirma que “todos nacimos medio muertos en 1932, sobrevivimos pero medio vivos…ser salvadoreño es ser medio muerto...”[1]

Vivir el día a día, sobrevivir, subsistir ahora, ser desleal, actuar sobre la inmediatez, pensar lo concreto porque lo abstracto y complejo del pensamiento no resuelve lo inmediato, refleja el concepto de la construcción del mundo cotidiano y la percepción del mundo de casi la totalidad de la población que así resuelve la vida y se asegura la existencia. La idea de dos mundos se reafirma consistentemente. Pareciera ser que para la mayoría de las personas solo existen dos mundos: el local de la comunidad y Estados Unidos. El resto del país no existe, no figura en su sentido de la identidad y menos aún en su interés porque simplemente no han sido formadas en ello. Se confunde identidad con nacionalidad y más aún con nacionalismo. Pero la responsabilidad de todo ello en una sociedad seudocapitalista no radica en la población. Merecen responsabilidad específica algunos grupos de poder económico que carecen del estricto sentido de la identidad nacional debido a que únicamente responden a sus propias identidades de grupo. Lo otro, lo de la nación, solo existe como lugar de vida, de haber nacido en un país que sólo les otorga esa condición, haber nacido en un territorio.  En tanto, el resto de la población se halla en el desamparo de saber quiénes son, de donde vienen y hacia dónde van. De desconocer, aun en el imaginario, su propia perspectiva como parte del todo nacional. Pero dicha cultura de la desidentidad tiene su propia historia, la historia de algunos grupos de poder que desde sus intereses han hecho bien su trabajo de lograr las desidentidades, desesperanza, apatías, contravalores, deslealtad, desinterés y estrecha visión del mundo en la mayoría de la población. Se trata de los usos y costumbres de la cultura feudal de pensar en la sobrevivencia del día a día, sin proyección, sin encuentro con lo otro. Por ello no es difícil entender por qué el pensamiento concreto de la población se deriva en su excesivo  interés por lo concreto, lo inmediato, lo que no exige el conocimiento del todo porque simplemente el Todo no existe ni importa. En medio de todo esto, aparece uno de los elementos que más otorgan configuración a la inmediatez, esto es, el practicismo que a pesar de constituir un acto, éste no llega a concatenarse con otros actos, lo que arroja como resultado una carencia constitutiva del mismo proceso de formación empírica de la vida.

 

El problema del practicismo que ni siquiera se constituye en empirismo

En este tipo de culturas, pensar en la asociación de las cosas y las ideas resulta intrascendente y poco práctico. En relación con las “cosas”, aún su mismo practicismo no alcanza los niveles empíricos del conocimiento, la misma práctica no suele ser articulada ni concatenada. El mundo se pinta uniforme, reducido a expresiones aisladas unas de otras, a entender los hechos mismos como independientes en su forma y contenido. En relación con las “ideas”, su nivel de practicismo intuicionista les conduce a establecer procesos reflexivos del pensamiento determinado por verdades experimentales, espontaneas y superficiales del conocimiento. Su aparente verdad producto de la interpretación especulativa, les conduce permanentemente al uso de racionalismos cartesianos sobre el Todo, el cual se acomoda a sus predeterminadas conclusiones de la verdad y el saber, de esta manera, el saber se supedita a la esfera experimental del Hacer por el Hacer mismo, sin recuento, sin historia de los hechos y menos aún, sin aprehensión de los mismos.

Desde luego que el concepto de vida y de mundo en la mayoría de la población salvadoreña se halla intrínsecamente vinculado al proceso de formación de su pensamiento concreto que no resulta fortuitamente. La herencia del colonialismo y sus subsecuentes procesos de aculturación y asimilación han impuesto un formato de vida de la dependencia, de la responsabilidad, de los valores, del desarrollo y el progreso. Los valores se hallan asociados a vivir el momento y ello asociado al poder, a considerarse más fuerte o más listo. Esto no les permite interesarse por el futuro sino única y fundamentalmente, por lo que simbólicamente representa en su momento la posesión del poder. El poder que le ha sido negado durante toda su historia y la permanente necesidad del mismo, concluye en hechos prácticos, por ello solo interesa resolver esos hechos de manera práctica y menos estructurada y aunque dicho practicismo les conduzca a repetir constantemente los mismos problemas, dichos resultados no logran articularse en un estado de su conciencia. Pero dicho estado del pensamiento tiene sus orígenes en el proceso de Formación Social del mismo estado salvadoreño. El problema de la identidad de algunos de los mismos grupos de poder repercuten en la mayoría de la población y la observancia practicista  del mundo de esos mismos grupos se reproduce en la misma observancia microscópica y diminuta de esa población. Por ello, en este país, las enfermedades y los llamados desastres “naturales” cuentan con calendario anual propio que se repite año con año. Las cosas (tratadas como hechos) le suceden una y otra vez ininterrumpidamente a esta sociedad acostumbrada a la cultura de la dadiva, la caridad internacional y la sobrevivencia. En tanto, el estado se exime de responsabilidad mediante declaratoria de incapacidad, de pobreza. Eso mismo sucede con los individuos que durante más de 500 años han asimilado dicha cultura del llanto y el lamento. Pero el asunto se torna más complejo debido a una cultura del miedo y de las propias inseguridades del mismo individuo derivadas del Colonialismo que reproduce la condición de esclavo tanto por la explotación admitida, como por la cultura asumida.  A todas luces, la cultura de dominio del Señor sobre el Siervo continúa siendo la forma de relación social en la mayoría de la sociedad salvadoreña. Por ejemplo, en lo político, social y económico, el individuo se muestra inseguro de tomar decisiones de trascendencia para su vida, prefiere que otro las tome por él debido a su temor al riesgo, entiende que si él hace lo que no debe hacer, otro hará lo que a él le corresponde hacer y que por tanto, se exime de responsabilidad. En tales condiciones culturales, el problema del ecosistema debe ser observado y tratado como la expresión dicotómica esencial para el impulso de los estados de conciencia y la praxis de esa conciencia. Suponer la transformación del hábitat natural implica también la transformación del ser humano que se halla intrínseco en cualquiera de las formas de vida existentes, esto significa, dignificar su historia, su cultura y su razón biológica y social.

 
El Salvador en datos

Con toda seguridad, para algunos, la lectura sobre la realidad salvadoreña debe iniciarse con la identificación de información estadística que pueda representar interés. Para el caso, según Diagnóstico de 2006[2] la condición medio ambiental salvadoreña puede exponerse en algunos datos:

  1. Deforestación anual de más de 4,500 hectáreas y reducción de las áreas naturales al 1.87%
  2. Desertificación del país en un 75% y pérdida de más de 12,000 millones de metros cúbicos de agua
  3. Disminución del 30 a 70% del caudal de los 360 ríos del país
  4. Incremento del 25 al 35% del caudal del rio Acelhuate
  5.  Incremento de los desechos sólidos que en 2005 llegaron a un promedio de 2.715 toneladas diarias en todo el territorio nacional, de las cuales el Área Metropolitana de San Salvador produce un promedio de 1,175 toneladas diarias.
  6. Producción de aguas fecales que  alcanza un promedio de producción anual (según informes de ANDA), de 450 millones de metros cúbicos, de los cuales en el AMSS, se producen 130 millones que son lanzados al río Acelhuate
  7. Según el Ministerio de Salud, este incremento de múltiples sustancias contaminantes ya han contaminado más del 90% de los ríos de todo el territorio Nacional, siendo al 2005 la causa de atención de 220,000 pacientes en los hospitales de todo el país y es la causa principal de la muerte de más de 12,000 niños al año, por enfermedades directamente relacionadas con la contaminación del agua y aire.

Ciertamente, al incansable e ininterrumpido deterioro ambiental de los recursos naturales nacionales debe agregarse las serias limitaciones tecnológicas de un país que se autodenomina como poseedor del mayor avance tecno-comercial de la región centroamericana. Tal avance no existe. Vender la ilusión simbólica de referir el inicuo crecimiento del capital individual como producción nacional constituye una práctica histórica de algunos grupos de poder económico. Basta con observar la realidad que muestra el pleno deterioro de las condiciones humanas en la mayoría de la población, es decir, hambre, subalimentación, analfabetismo, improductividad, sobrevivencia, insalubridad y otras tantas que desde luego indican todo lo contrario al avance tecnológico, esto es, partiendo del imaginario que ese tipo de avance implica el desarrollo humano. Por ejemplo, en esa materia,  el país cuenta con escasos recursos industriales y tecnológicos que además de su obsolescencia, resultan instrumentos idóneos para la subsunción real del trabajo. Así se muestra en el caso del manejo, control y uso de las aguas residuales en las que solo apenas el 3%[3] de dichas aguas son tratadas adecuadamente.  Al respecto, según el “Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2007,  El Salvador se ubica entre los países de desarrollo humano medio, con un IDH del 0.735, para 2005. A pesar de su situación de país de renta media, en El Salvador persisten importantes bolsas de pobreza que se expresan en un 34.6% de pobreza total y un 10.8% de pobreza extrema a nivel nacional. Estas cifras se elevan a 43.8% y a un 16.3 % respectivamente en el área rural, donde se concentra el 37% de la población, confiriéndole al país un perfil de desarrollo altamente inequitativo, con un índice Gini de 53,2 en el 2003”[4]. Con tales datos, que además parecen austeros debido a su origen oficial, surgen mas preguntas que respuestas. Algunas de esas preguntas inmediatas y obligadas consisten en responder ¿A qué desarrollo y avance del país se refieren las cifras macroeconómicas?, ¿en qué consiste el deslumbramiento generalizado por la telemática si en la práctica solo representa el mayor alucinamiento de suponer que tal tecnología implica la tecnologización del país?

La realidad es otra. En el primer caso, las cifras macroeconómcias no representan el PIB nacional, en todo caso, representan la capacidad productiva de bienes y servicios de capitalistas individuales o asociados que laboran y se insertan al mercado productivo, cambiario o distributivo de las mercancías y sobre las cuales obtienen disimiles ganancias o ganancias extraordinarias que nunca llegan a ser parte del capital nacional y menos aún, a la bolsa del estado a través de los impuestos. Uno de tantos ejemplos se halla expuesto en la producción de café, la cual, sin duda, solo representa el nivel de ganancia de campesinos capitalistas individuales conocidos como terratenientes. En el segundo caso, a manera de ejemplo, en la educación, el deslumbramiento por la telemática ha cubierto este territorio de 20,000km. La idea y supuesto teórico de pensar que la tecnología resolverá el histórico rezago educativo conduce a las más desafortunadas decisiones educativas, las cuales, desgraciadamente provienen de organismos internacionales que nada o muy poco tienen que ver con la historia y realidad nacional. Sin duda, el INSTRUCCIONISMO EDUCATIVO  ahora llamado VIRTUAL Y TECNOLOGICO podría convertirse peligrosamente en el objetivo  de enseñar sin ensañar y de aprender sin aprender. Sin conocimiento no puede construirse una ciencia propia desde su carácter epistemológico, teórico, metodológico, histórico y empírico, por ello, incluso, el PRACTICISMO se confunde con PRAGMATISMO Y EMPIRISMO. En realidad, la tecnología mal conceptualizada puede conducir a lentos procesos de alfabetización masivos que ahora no solo consisten en el dominio de la lectoescritura y operaciones básicas sino en inducir hacia la tecnodependencia especialmente provista por la informática.  Se trata que los pueblos dependientes se incorporen a ella durante un siglo y en ello, se diversifiquen cada día mas, las formas de dependencia que ya no será únicamente conceptual sino también tecnológica. La instrucción no significa conocimiento. La tecnología que se pretende masificar no ha dado muestras que todos pueden acceder, obtener y controlar dicho recurso, pero sobre todo, no garantiza el debido conocimiento y desarrollo de la población.  Lo que no se logra en un salón de clases presencial, muy difícilmente puede lograrse a través de una pantalla. Dicho en otros términos, frente a tales condiciones de supeditación que cada día fortalecen más el pensamiento concreto, reduccionista y mínimo en casi todos los órdenes de la vida nacional, muy poco puede estructurarse la idea de reconvertir la debilitada condición del ecosistema natural y artificial en una sociedad desprovista de los elementos más básicos y elementales del desarrollo.

Cultura nacional  vs  ecosistema

Sin duda que frente a la realidad de un país de incertidumbre, desesperanza, sin proyecto de nación, sin devenir y más aún, sin construcción de lo propio en todas las esferas de la vida y la producción humana, el problema del ecosistema, es decir, cambio climático,  medio ambiente,  desertificación, contaminación y otros tantos que denotan la condición de supeditación y esclavitud, constituyen una difícil tarea por construir lo propio, tarea que puede resultar una clara utopía, la más resignada paciencia y tolerancia o en la mayor y absoluta desvergüenza de quienes utilizan la pobreza como instrumento económico, político y social para fines de lucro y poder personal.

Mucho se dice sobre el problema ambiental, pero muy poco se hace por cambiar sus contrapuestos histórico-culturales. Usos y costumbres culturales en la mayoría de la población heredados de algunos grupos de poder económico y la colonia, han sido muy poco intervenidos y modificados. Por ejemplo, en el plano individual, algunas manifestaciones tales como meterse el dedo a la nariz y sacarse los mocos, orinar en la calle, estornudar sin taparse la boca, no lavarse las manos con jabón, escupir en la calle, limpiarse los mocos con el antebrazo, representan una costumbre heredada que impacta rápidamente la salud colectiva. Asimismo,  en materia de lo que llaman “urbano”, la formación de la cultura de lo urbano en un país que crece desordenadamente solo demuestra que la planificación urbanística no existe, más bien, se trata de la planificación de la industria de la construcción que tala árboles, destruye recursos naturales e impone formas de vida a la población. Por ello no es difícil observar que los trazos viales sean pensados únicamente desde el criterio básico del “tiempo”, de la conexión entre un lugar y otro sin importar los elementos de reconformación cultural. El espacio y el individuo no logran asociarse porque se interpone el diseño de la construcción tanto en la vivienda misma como en su entorno. La vivienda, distribución, ordenamiento e intervínculo constituyen un principio básico de formar lo urbano y su cultura. Sin embargo, en este país, la cultura del cemento y el hierro pesan sobremanera en la misma formación de los individuos. Su aislamiento, la asociación con lo otro y la creación de micros y reducidos mundos no solo tienen que ver con sus formas de vida sino también y fundamentalmente, con su concepto de mundo. Precisamente, los individuos se aíslan unos de otros y crean pequeños grupos de interrelaciones personales, los procesos de asociación que no logran construir en sus espacios de vida se explican en su pensamiento concreto que no logra vincular, asociar o articular las ideas o los hechos, el mundo se vuelve inmediato, generando con ello la misma conducta de la inmediatez en todos los espacios de su quehacer laboral, familiar, social e individual. Por ello, sobrevivir es más que una expresión de necesidad, constituye una forma de vida cultural asimilada durante su historia. Tal como sucede con el chofer de autobús o microbús que vive el día a día y su único interés consiste en ganar los $10 dls para su sobrevivencia diaria, así sucede con la mayoría de la población. La reducción y minimización de su cosmos y conformación de estructuras sociolingüísticas, económicas, educativas, políticas y laborales producen poco o ningún interés por lo Otro. Lo Otro no existe porque no llega a ser parte del Yo y por tanto desde lo Otro, el Yo carece también de importancia. Esto significa que la colectividad solo existe como condición determinada por la geografía y la eventualidad de sus interacciones. 

En este entretejido de la espontaneidad, inmediatez y ausencia del proyecto de vida de la mayoría de los individuos, el proceso de reconversión cultural se pinta muy difícil, paciente y tolerante. Reconvertir 500 años de esclavitud colonial no es tarea emancipadora fácil, sobre todo cuando aún los mismos resabios coloniales de algunos grupos de poder no muestran cambio alguno. Por el contrario, se acrecienta, y la ilusión de creerse en una sociedad contemporánea solo se halla sustentada por un modelo de sociedad de consumo, sustento retorico que desde luego no cumple ni siquiera las condiciones primarias, básicas y elementales del mismo sistema capitalista.

Así las cosas, suponer la creación de una cultura sensible a la comprensión, concientización y compromiso sobre el desarrollo sostenible y sustentable salvadoreño habrá de tomar tanto tiempo ha tomado la destrucción de ese mismo desarrollo. Pero el problema principal no es el tiempo sino la carencia de los elementos básicos. Uno de esos elementos se expresa en el Estado mismo. Un Estado acostumbrado a la dadiva y caridad internacional muy poco puede generar otra cultura en la población. Un país que cada año repite los mismos problemas y desastres, las mismas enfermedades, las mismas vulnerabilidades acumuladas por más de 50 años, muy poco puede generar otra cultura en la población que no sea la del Estado mismo.  

El problema del ecosistema salvadoreño comprende la historia de sus hechos, su propia cultura y la carencia y desinterés del Estado por construir  un proyecto de nación propio con identidad, dignidad  y nacionalismo. Pese a tal condición, también existe un contrapeso que aún y con toda su asimetría logística, material, económica y política puede constituirse en una especie de esperanza dentro de la desesperanza.

Se trata de la coparticipación multisectorial, pluricultural, multicultural y pluriétnica, es decir, se trata de la incorporación de todos los individuos, sectores y grupos al proceso de reconstrucción y recuperación de las condiciones básicas para la subsistencia humana. Como he sostenido en algunos libros, conferencias y artículos desde hace 25 años, El Salvador solo puede crecer y desarrollarse a través de la microunidad geográfica, geoeducativa, geopolítica, y geoeconómica y desde luego, desde la particularidad y singularidad de sus formaciones y conformaciones culturales tanto en lo urbano como lo rural. En esto último, la coparticipación étnica y la diferenciación de sus etnohabitantes constituye uno de los disimiles aspectos fundamentales para la organización del Estado Moderno. La Modernidad no está conferida por el avance tecno-industrial (aunque este país todavía debe recorrer año luz para alcanzarla), la modernidad se confiere al desarrollo y progreso de la educación, lenguaje, economía y todas aquellas necesidades que se resuelvan para la convivencia simétrica entre la naturaleza, la producción de ésta y la calidad de vida humana. En El Salvador, ningún macro proyecto o macro programa político, económico, social o educativo puede funcionar si no se hace a partir de su microunidad, pensar la unicidad de la totalidad sin distinguir las particularidades históricas en cada uno de los componentes de esas microunidades puede significar el más absoluto extravío de las ideas, la imaginación y el vínculo con la realidad. 

En definitiva, sin duda que en este país, han sido los campesinos sobre quienes más ha impactado la historia del deterioro ambiental. La reconversión del uso del suelo para actividades agrícolas en actividades maquileras, el abandono estatal de la producción agrícola, el desahucio de las economías campesinas generado por la complacencia casi motivacional del estado sobre el fenómeno emigratorio, el uso irracional, extensivo e intensivo de plaguicidas y pesticidas químicos (incluso el DDT bajo el nombre de Gramoxon prohibido en EE.UU: hace más de 70 años), el monocultivo, tala de árboles, contaminación y envenenamiento de ríos, la construcción ilimitada de infraestructura temporal o para usos múltiples de vivienda, bodegas, etc., el abaratamiento, especulación y usufructo injusto de los productos agrícolas substituidos por comidas en lata, plástico y cartón, la modificación de las reglas del mercado de productos comestibles naturales nacionales tratados por debajo del costo de producción y su subsecuente sustitución por importaciones de Honduras, Guatemala, Nicaragua, en fin, la decida política económica, jurídica, social y cultural de terminar con cualquier expresión de la economía campesina tradicional han sido apenas algunas de las acciones de algunos grupos de poder económico y de su tolerancia estatal que han impactado en las ya debilitadas formas y modos de vida de los campesinos pobres, pero no de los campesinos terratenientes.



[1] Dalton, Roque, Poema: Todos, Las historia prohibidas de pulgarcito, El Salvador, 1974.

[2] Alvarado, Miguel Ángel, Diagnóstico de la situación medio ambiental de El Salvador, 2006. http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Desarrollo_Sustentable/Diagnostico_de_la_situacion_medio_ambiental_de_El_Salvador

[3] http://www.aecid.org.sv/menu%20programas%20sectoriales/sostenibilidad.html

 

[4] Ibídem. Óp. Cit.

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