36. De sociedad política a sociedad civil: la cultura del voto y las encuestas de opinión pública
De sociedad política a sociedad civil:
la cultura del voto y las encuestas de opinión pública
Tanto los signos económicos como políticos actuales, indican que en este siglo, Latinoamérica modificará substancialmente su desafortunada historia heredada del Colonialismo y los subsecuentes diseños de Estado Nacional aplicados a países Dependientes, esto significa transformaciones en su organización económica, política, social, cultural y educativa, todas ellas, confluyendo accidental, provocada o coyunturalmente debido a las exigencias de los países industrializados, tecnológicosy por la reconfiguración de los grandes capitales reconcentrados en nuevos grupos. Política y Educación parecen que figuran entre las áreas de atención más importantes en el mundo globalizado, no es para menos. Cualquier modelo económico debe pasar imperativamente por la estabilidad política en cualquier sociedad y por su capacidad para asimilar sus nuevas funciones internacionales productivas, mercantiles,obreras o cualquier otra que se le asigne, esto presupone que el concepto de nación como grandes feudos o principados sostenidos en Latinoamérica hasta el siglo pasado, deben transformarse ahora en Colonias funcionales de acuerdo a la nueva Colonización Política y Colonización Curricular Educativa requerida para satisfacer dichos propósitos.
Las razones son múltiples y se fundamentan en la propia historia de los pueblos latinoamericanos, fundamentalmente en aquellas sociedades en donde su historia política no se explica a través de la historia de sus hechos sino por la historia de los hechos que definen los grupos de poder. Tal es el caso salvadoreño en el que dicha condición pone de manifiesto la plena coexistencia entre dos mundos de estado mental, cultural y económico de la población: el mundo de la reproducción de la historia de los otros sobre la historia de lo propio que conduce a la subordinación, asimilación y dependencia, y el mundo del estado real de la reproducción de la condición de esclavo heredado del Colonialismo, en ambos casos, tanto en la reproducción de la historia ajena (de los otros) así como la reproducción de esclavo, constituyen los elementos estructurales, conceptuales y políticos de las instituciones en países dependientes.
Como he señalado en otros trabajos, la cultura de la esclavitud se manifiesta en el continuo lamento, resignación, improvisación tanto en la vida personal como institucional. Cuando se trata de lo institucional, los individuos responden al plano organizativo propio de la Administración Hacendaria organizada en pequeños feudos en los cuales sustentan su actividad institucional sobre la base de relaciones personales caracterizadas por la murmuración, deslealtad, desprestigio del otro y la ausencia de capacidades técnicas, teóricas o metodológicas para realizar su trabajo, en este caso, el compadrazgo, servilismo o la aceptación de DONES, constituyen los elementos estructurales fundamentales de estas instituciones. Cuando los grupos dominantes representan avance, crecimiento y desarrollo, la sociedad crece con más rapidez y consistencia, pero cuando se trata de grupos dominantes con remanentes feudales, con terror a competir con lo diferente, con lo desconocido, estos transfieren a las sociedades una cultura del miedo derivada del Colonialismo que reproduce en los sectores populares la condición de esclavo tanto por la explotación admitida, como por la cultura asumida. En lo político, el individuo se muestrainseguro de tomar decisiones de trascendencia para su vida, prefiere que otro las tome por él debido a su temor al riesgo, entiende que si él hace lo que no debe hacer, otro hará lo que a él le corresponde hacer y que por tanto, se exime de responsabilidad[1]. Frente a tales condiciones, las elecciones de 2009 representan más que un ejercicio democrático, confieren al individuo el compromiso ontológico de decidir sobre su condición y ubicación en la formación histórica de su sociedad, de ser sujeto y no objeto de sus actos y determinios económicos, culturales y educativos, en tal sentido, la ilusión asimilada del “equilibrio” de las decisiones mediante el otorgamiento de poderes políticos explican la necesidad constante de los individuos por sentirse parte de una sociedad que enajena el poder social a través del voto que se convierte en el único momento que la sociedad política transfiere al individuo un sentido de poder, el cual, resulta ser tan efímero, como el ejercicio mismo del acto del voto.
La cultura del Voto
Hasta el siglo pasado, por las características propias del desarrollo social alcanzada por las sociedades en virtud de su relación con las instituciones políticas del estado, la participación de la sociedad civil en política estuvo orientada hacia la militancia partidaria o hacia el acto del ejercicio electoral. Hoy, la complejidad de los intervínculos generados entre la población y las instituciones transforman dicha precondición que en este siglo deberá tomar un nuevo rumbo, definición y orientación teórica de manera que “el ejercicio del voto deja de ser un acto político y se convertirá en el acto social de la sociedad civil, es decir, el ejercicio de su pleno derecho ciudadano”, condición que desde luego implica comprender y asimilar que las Naciones se imponen sobre los Estados y que esto significa el predominio de los intereses de la sociedad civil sobre la sociedad política, es decir, el pleno ejercicio de la democracia”[2].En realidad no debemos confundir el acto del voto (expresión social) con el acto electoral (expresión política). El voto responde a estados subjetivos supraracionales del individuo relacionanados con distintos símbolos. La política es un sistema de símbolos que va desde un estado de conciencia hasta la más cruel superficialidad de las voluntades, pasiones, emociones y sensaciones que los individuos alcanzan mediante su vínculo con su imaginario simbólico[3]. El acto mismo del voto constituye una expresión de pertenencia a la sociedad civil que los individuos no viven cotidianamente debido a la precariedad organizativa de la sociedad civil en torno a sus satisfacer sus propias necesidades, por ello su participación electoral tiene que ver únicamente con su propio interés y NO con el interés colectivo ya que: 1) el individuo se identifica predominantemente con la oferta política (carácter simbólico-ideológico de la realidad), 2) el individuo piensa en lo abstracto porque la oferta política es abstracta, no se vincula con su cotidianidad y en resumidas cuentas, la carencia de factores que le transmitan pertenencia a su propio territorio lo convierte en simple espectador y 3) porque el ejercicio del voto le significa una forma de poder eventual sobre el cuál puede desahogar sus emociones sin que ello le implique compromiso alguno con el estado de conciencia personal o colectivo.
Las Encuestas
Sin duda que en el mundo conceptual de las Ciencias Sociales, las teorías científicas así como todas aquellas de las que se puede hacer uso para explicar a cada una de las partes que conforman la sociedad, exigen un proceso constante y permanente que de hecho nunca puede darse como acabado o concluido. En esta oportunidad me propongo plantear muy brevemente, algunas consideraciones de orden teórico sobre el tema de las ENCUESTAS DE OPINIÓN PUBLICA.
Desde finales del siglo pasado, la participación de los individuos se ha diversificado e intensificadoy la apropiación de su realidad es más objetiva. Sin embargo, esta forma de apropiación de la realidad se expone desde la máxima forma de simplismo teórico. Si bien un buen número de sociedades han avanzado en materia tecnológica con el propósito de satisfacer sus necesidades humanas, también debemos considerar que en sociedades extremadamente dependientes, dichos avances producen serias limitaciones y contradicciones que se expresan en el orden del SABER (conocimiento) y la satisfacción de sus necesidades, es decir, la apropiación de su realidad.
En el caso salvadoreño el análisis requiere de precisiones históricas importantes. Desde su formación hasta la actualidad, la organización social, económica y cultural del estado salvadoreño ha sido precaria y por demás excesivamente vulnerable. En lo económico, el montaje de una agricultura de servicio ha respondido predominantemente a los intereses de campesinos terratenientes individuales, mermando con ello, las posibilidades de una agricultura productiva, sustentable, diversificada y de autosuficiencia. En lo político, desde la toma de posesión de Mariano Prado en julio de 1832 y la confiscación de los bienes de los contribuyentes decretada por la Asamblea Legislativa el 21 de agosto, hasta la más reciente guerra de 1980 a 1992, El Salvador ha vivido más de 30 acontecimientos políticos que han marcado las grandes limitantes del estado salvadoreño. En lo cultural, las expresiones simbólicas de identidad nacional casi han desaparecido; mientras en lo educativo con todo y sus “reformas”, no se ha elevado el nivel académico y alfabetismo de la población. En síntesis, este es el marco de referencia de una sociedad que ahora pasa de un estado político a un estado social a través de un proceso de evolución gradual y lento, en tal sentido, hay que buscar mucho para comprender por qué algunas técnicas socioestadísticasque buscan explicar los hechos sociales han tenido tanto impacto, peso y asimilación inmediata en esta sociedad. No cabe duda que la sociedad salvadoreña se asimila con celeridad al modelo de las sociedades mecanicistas en las que predomina el reino de la práctica y pragmatismo social sin importar la razón y el conocimiento. Los Centros Escolares se convierten en Centros de Capacitación mecánica del saber desde la antigua idea de explicar y resolver a través del empirismo a ultranza, los conflictos y contrapuestos sociales. Impera el reino de la concreción sin ser razonada previamente, es más, se invalida el conocimiento científico porque para esta sociedad carece de importancia: no cuenta el conocimiento, solo la práctica espontánea. En esa lógica, este país lleva capacitándose más de 20 años. Seminarios, cursos, talleres y otros tantos, se han convertido en la formula mágica del “saber” de los individuos, montajes que desde luego no se traducen en cambios cualitativos y humanos y por supuesto, alargan la brecha entre el conocimiento empírico y el conocimiento teórico. En esta sociedad, la teoría no importa, sólo cuenta el quehacer, el activismo social que cree superar la esfera del saber para la transformación humana. En consecuencia el excesivo empirismo como única forma de conocimiento coloca a los individuos en la eterna condición de supeditación psicológica, dependencia económica y la progresiva ignorancia, la cual, entre otras cosas, sirve como justificación de los mismos individuos para explicar sus limitaciones teóricas, cognitivas y de visión del mundo. En síntesis, esta predominancia excesiva del practicismo en los distintos órdenes de la vida de esta población, inducen a considerar las técnicas para obtención de datos tales como las encuestas, a convertirlas en verdades absolutas, lo que de antemano invalida sus mismos resultados.
Encuestas de opinión pública: la confusión con la ciencia
La encuesta es una técnica, nunca un método y menos aún de carácter científico. Consiste en una denominación general para los distintos sistemas de obtención de datos mediante interrogatorios previamente estructurados. Si las preguntas se contestan en presencia del investigador, estamos ante un “inventario”. Si las respuestas se obtienen mediante el procedimiento del envío de formularios al sujeto, y éste los contesta por sí mismo nos encontramos ante un “cuestionario”. En la encuesta se debe especificar con claridad el objeto de la investigación. Las preguntas pueden ser abiertas (lo que permite respuestas mas profundas) o cerradas en cuyo caso las respuestas alternativas deben incluir en forma exhaustiva las posibilidades. En ambos casos la redacción debe ser concisa, evitando la ambigüedad y el uso de partículas negativas. En cuanto a su contenido deben eludir las suposiciones no comprobadas y los juicios de valor.En simples términos, la encuesta es simplemente un instrumento para la obtención de información que no presupone un método científico del que se desprendan interpretaciones generales. La encuesta refleja únicamente la opinión de las personas consultadas, en ningún momento debe generalizarse que el contenido de la misma, expone la opinión del todo social. En caso de utilizar dicho instrumento con fines políticos, la manipulación de los datos dependerá de las especulaciones sociales, institucionales, medios de comunicación u otrosque tengan como interés un tema en particular.
Ningún teórico puede aceptar tácitamente los datos, su tarea consiste en analizarlos y discriminarlos.Ilienkov[4]nos dice que la tarea del teórico consiste en proceder a un análisis crítico de las abstracciones empíricas para continuar criticando los límites del subjetivismo de las mismas, con el propósito de destruir las ilusiones que contienen mediante la contraposición con la realidad. Sólo en este sentido pasamos del estado empírico al estado racional del conocimiento, es decir, de lo abstracto a lo concreto, transformando los datos de la intuición en conceptos, modelos, teorías, leyes. Del mismo modo, Gallini se refiere al carácter político que acentúa cada vez más a la información. La expansión neocolonialista hace cada vez más importante y necesaria la recolección de cualquier tipo de información tanto sobre los propios países como sobre naciones extranjeras. La autora indica: “Bien pronto el criterio será saber todo sobre todo”. Se reconoce cada vez más la importancia como instrumento de poder político y económico y ello se evidencia en el sentido opulento de una dirección de investigación selectiva que prefiere la cantidad a la calidad. A este nivel, está claro que salen sobrando los marcos teóricos, así como la ética y los sistemas de valores[5].
2
[1] Ticas, Pedro, La cultura de la esclavitud y su institucionalidaden países dependientes, Ed. Co-Latino febrero 2008,
[2] Ticas, Pedro, Apuntes sobre Antropología Política en EL Salvador, S/Pm en Ed. 2009, Pág. 234