Desde 2001 he diseñado, formulado y realizado lo que he denominado “Mapa Educativo Nacional”. Este ensayo metodológico de propensiones teóricas y empíricas tiene su punto de partida en la construcción de lo que también denomino “Áreas Educativas”. Debo acotar, que el diseño del Mapa debe ser una constante que debe responder a la realidad in situ tanto diacrónica como sincrónicamente con la sociedad en la que se realice.
El Mapa Educativo tiene como propósito ofrecer a la comunidad docente, investigadores, estudiantes, especialistas, gobierno, profesionistas, organizaciones de la sociedad civil, organismos nacionales e internacionales, estudiosos, autoridades escolares y empresarios, una nueva forma de integración, interacción e intervínculo entre lo que se Hace y lo que Sabe, entre lo que se Realiza y lo que Produce tanto en la esfera de la producción intelectual como material. Así pues, por Mapa Educativo Nacional entenderemos la expresión y construcción más holística, histórica, epistémica, ontológica, axiológica y deontológica de la Educación. No se halla estrecha ni reduccionistamente dirigida únicamente al ámbito escolar, sino, fundamentalmente, a la articulación del concepto Educativo con el Todo.
Empero de la definición epistémica del Mapa Educativo Nacional, es importante aclarar al lector, que en esta oportunidad dicho concepto está dirigido predominantemente al asunto escolar universitario, lo cual, de igual forma, no significa que pueda ser aplicado a poblaciones en Educación Inicial, Parvularia, Básica y Media, así como en empresas de producción material, bienes y servicios.
A manera de contexto explicativo
Forjando Patria
Muy pocas ocasiones este país ha sido protagonista de sus propias formulaciones teóricas y quizás, muy breves y fugaces han sido las ideas propuestas por gran número de talentos salvadoreños que han dignificado la razón de aprender y el compromiso de enseñar, es decir, la comunidad educativa; empero, por ello, la tarea inacabable del ejercicio docente y de todos aquellos que enseñan y crean, que producen intelectual o materialmente, marcan sin duda alguna nuevos caminos y rutas del conocimiento y compromiso nacional con el SABER, la producción de pensamiento y el proyecto socioeducativo conjunto, el cual, traducido en una sola expresión, implica la construcción de un proyecto de nación a través de la educación que haga posible saber que “ser bueno, es la única manera de ser justos y ser cultos es la única manera de ser libres”
Aunque el asunto de la educación nacional ha sido muy poco tratado y abordado en su sentido integral, esto es, académico, cultural, filosófico, económico, antropológico e histórico entre otros, ciertamente las nuevas formulaciones y condiciones determinadas por el mundo industrializado y sus nuevas políticas de producción científica obligan a que los estados tradicionalmente rezagados en materia educativa, se esfuercen por ser parte de las nuevas formulaciones de la educación globalizada debido a la importancia de la inclusión en dicho mundo, sin embargo, la situación no se resuelve fácilmente. Más de 500 años de olvido y abandono histórico de los países pobres y dependientes no pueden ser superados en un solo siglo, aún y con toda la magia de las llamadas “nuevas tecnologías educativas” orientadas predominantemente hacia el uso de la telemática como recurso de formación educativa. Si bien, dicho avance tecnológico constituye uno de los instrumentos importantes para la masificación de los datos, también no debemos perder de vista que en el caso de sociedades rezagadas, sin historia del pensamiento y de su pensamiento, podría confundirse fácilmente la función de la tecnología educativa expresada en la informática y lo requerido para el conocimiento teórico que signifique progreso y desarrollo humano. Tal como señalaba Weber “sin teoría, no hay método ni metodología”, esto implica la imperiosa determinación de otorgar al modelo educativo nacional un valor significativo y empíricamente viable de los aspectos tecno-metodológicos de la enseñanza, pero también, la inclusión de una ruptura epistemológica sustentada en la teoría como respuesta a la deuda histórica con el conocimiento nacional y sobre todo, como propuesta fundamental de un nuevo paradigma con visión de nación que articule lo nacional con lo supranacional, lo propio con lo ajeno.
Las competencias en educación
Nos enfrentamos al siglo de las competencias que ciertamente no derivan necesariamente en competitividad y menos aún en posibilidades de competir con otros. En el sentido “formativo de las competencias”, pese a las bondades que arroja el precepto en el orden de lo económico-laboral sobre el desarrollo de habilidades y la comprensión técnica de los referentes epistémicos básicos que demanda el mundo empresarial globalizado en el sentido de la producción material e intelectual, también se corre el riesgo de revivir la antigua doctrina evolucionista que postula la sobrevivencia del más apto, del más capaz, del más fuerte y asumir en consecuencia que las “competencias” son resueltas por las capacidades individuales excluidas de la concatenación histórica de las propias realidades sociales, culturales, económicas y políticas de cada país, las cuales hacen la diferencia entre las sociedades industrializadas y las sociedades de sobrevivencia y subsistencia. Ahora, la sobrevivencia ya no se expresa únicamente de forma alimentaria, hoy, la sobrevivencia también incluye al conocimiento. Sobrevivir es conocer y conocer determina las condiciones en las que se habrá que existir.
Ciertamente, en El Salvador, las reformas educativas se han reacomodado en el orden técnico abriendo paso a nuevos procesos, etapas y momentos en función de las demandas supranacionales, quizás por esto, la construcción sistémica para la formación y producción de pensamiento ha sido objeto de contrapuestos constantes, pero aún con ello, dicha construcción también ha significado la acumulación histórica de saberes, experiencias, dominios y control sobre usos y costumbres vinculados al ejercicio de la enseñanza, la práctica docente y particularmente las prácticas educativas producidas y reproducidas en cada una de las micro y macro unidades territoriales, las cuales, sin duda, han permitido la organización de un Mapa Educativo Nacional con enorme riqueza de información y con la debida particularización y singularización de Áreas Educativas construidas por cada estudiante, por cada docente, por cada autoridad escolar, por cada grupo familiar, por cada comunidad. Sin temor a equivocarse, esa es una de las mayores contribuciones del magisterio a la nación que sin menoscabo del cumplimiento de todas las demandas que bordean el debido ejercicio docente, dicha contribución constituye una especie de retribución de la dignificación docente hacia la construcción conjunta del proyecto de nación. Así pues, los docentes constituyen una fuerza histórica que pese a la adversidad política, social y económica ha logrado la sostenibilidad de un país agobiado por la pobreza, el analfabetismo y las razones líricas del propio subdesarrollo.
La cuestión pedagógica de la educación nacional
Sin lugar a dudas, tomar mecánicamente el asunto de la Formación Técnica podría arrastrar antiguas dolencias propias del Instruccionismo y sus graves limitaciones teóricas que paradójicamente, conllevan limitaciones técnicas y tecnológicas en países con escaza trayectoria de producción científica. Pero también es cierto que con la tecnología puede lograrse un giro importante en las asimetrías entre los países industrializados y los países dependientes. Pensar la tecnología en favor del desarrollo de los aspectos técnicos, metodológicos y cognitivos debe ser parte del compromiso que hoy adquirimos con la nación. La tecnología, los procesos de formación técnica y el impulso del desarrollo en Competencias especializadas, inclusivas, emprendedoras, interactivas, articuladoras y particularmente cognitivas deben constituirse en plataformas para la producción científica propia en virtud del progreso, el desarrollo y el mejoramiento de la calidad de vida de manera sostenible y sustentable.
Con toda seguridad, resulta substancial abordar premisas básicas para el determinio de la observancia epistemológica educativa nacional que revele la necesidad ontológica del desdoblamiento histórico, filosófico y empírico en el paso metodológico del HACER al SABER en el intento de responder a la concatenación de las múltiples partes de la Educación diferenciadas por sus particularidades pero articuladas por sus singularidades en función de sus propias transformaciones teóricas, filosóficas y empíricas. La enseñanza escolarizada de hoy no pertenece únicamente a la esfera de lo nacional, en realidad, su carácter supranacional la convierte en Unidad y Opuesto de lo multinacional. La Unidad de su carácter filosófico consiste en su propio pensamiento universal traducido en sistemas de información, comprensión y asimilación de códigos comunes que faciliten el intervínculo entre los estados. Su carácter Opuesto, comprende las diversidades globales que intentan asimilar esos códigos pero que dada su propia historia y la historia de sus hechos, no logran incorporar ni asimilar. Pero la enseñanza escolarizada también contiene otros elementos que circundan el arte de enseñar, aprender y educar. En su sentido más amplio, la enseñanza moderna ha incorporado diversos mecanismos para formar mentes con visión de futuro que respondan al concepto globalizador de educar. Dicho concepto sólo puede ser comprensible en el marco de las construcciones pedagógicas, técnicas, metodológicas, cognitivas y filosóficas globales. La globalización adquiere un carácter predominantemente unilineal que obliga a intelectuales, académicos, docentes e investigadores a la articulación de procesos de investigación con temas afines (en algunos casos puestos por la moda, coyuntura o mercadotecnia) lo cual, si no se dirige, puede conducir peligrosamente a conocer más sobre el otro, lo otro, que sobre el mismo yo; esto significa la transformación educativa que pasa de su concepción inicialmente formativa a una concepción predominantemente informativa con breves y rápidos mensajes que dejan en el cerebro conclusiones inducidas por su forma y no por su contenido.
Pensar la educación en su sentido más amplio es crearla y recrearla en todas sus formas, figuras, contenidos, símbolos y otros tantos que resultan imposibles de describir y explicar en un mismo intento teórico, de hecho, con el avance tecnológico de las sociedades, el concepto educativo se diversifica de manera disyuntiva con apremiante celeridad. Las maneras y formas de educar y hacer educación se complejizan en virtud del cumplimiento del saber científico y aunque en algunas sociedades se expresen de manera superficial, educar y hacer educación exige la comprensión teórica del término pero sobre todo, el sentido histórico de sus particularidades. Con toda seguridad, sin Identidad Nacional no puede haber Educación. Se trata de mayor involucramiento del profesor en sus interrelaciones con el alumno para motivar su interés por el aprendizaje. Para ello el profesor deberá elevar su conocimiento teórico, metodológico y didáctico. Formular y diseñar programas de asignaturas de acuerdo a las demandas sociales, introducir tecnologías, planificar, organizar, evaluar, informar y lograr mayor participación de los alumnos desde su propia obligatoriedad de enseñar bajo las exigencias académicas del aprendizaje continuo, la competencia y la competitividad permanente con similares nacionales e internacionales, sobre todo, frente al nuevo orden mundial de la economía regionalizada que ahora se articula a través de los Tratados de Libre Comercio.
Pensar la Educación y su respectiva Política Pública requiere de la más amplia elaboración histórica de los hechos que la construyen, tanto en el plano intelectual, material y político. La educación resulta de los procesos acumulativos que las sociedades ostentan durante sus distintas etapas de formación, desarrollo y transformación, en tal caso, el pensamiento se transforma de acuerdo a las exigencias y formas de producir el mundo, aunque desde luego, de acuerdo a las circunstancias propias de cada sociedad, las formas de producir el mundo varían de acuerdo a las condiciones propias, esto es, el modelo educativo que resulta de lo propio fortalecido por lo externo Vs. el modelo que resulta de lo externo sin inclusión de lo propio.
El tema educativo requiere mejores y nuevas formas de discusión y estructuración teórica, epistemológica, histórica, filosófica y metodológica, todas ellas, en función de la responsabilidad social vista más allá de las contemplaciones ecológicas, naturalistas o de su cometido social; la buena educación escolar implica elevar la calidad del conocimiento científico, técnico y académico, fortalecer la identidad, el nacionalismo, desarrollo, progreso y competitividad internacional de ese conocimiento expresado en cualquiera de sus formas. Para lograr este cometido se requiere imperativamente de conceptualizar, diseñar y ejecutar una política educativa institucional fundamentada en una misma categoría que se interrelaciona, intervincula e interactúa con el resto de categorías y conceptos que conforman el quehacer educativo, esto es el METODO. Sin duda que en su forma (información, conocimiento) la educación varía de acuerdo a los tiempos y espacios, pero en su contenido (Método) se constituye su propia identidad teórica, filosófica, epistemológica, técnica y metodológica, eso hace la diferencia entre el HACER y el SABER, entre hacer ciencia y producir ciencia, entre enseñar y educar. Se trata de un proceso de ascensión de lo abstracto a lo concreto, es decir, de la transformación de las ideas mediante la intervención de la realidad y viceversa, un proceso de superación del conocimiento mediante su propia transformación, su propia realización. Proponer el Método significa su observancia epistemológica, la ruptura de sus interpretaciones, la formulación de nuevas particularidades cognitivas, técnicas y metodológicas y la verificación y atribución de su propio modelo (paradigma). La observancia epistemológica implica acercarse, conocer, vigilar y controlar la aplicación de las formas técnicas y metodológicas utilizadas para enseñar, aprehender y educar. La observación constante aporta múltiples indicadores para el ejercicio humano de educar, con ellos, se conforman diversas categorías claves para el sistema que permite la conexión entre el saber y el hacer, de manera que entre las figuras del emisor y receptor media el Método, es decir que la información que el emisor proporciona puede ser controlada (entendida) por el receptor de acuerdo al proceso epistemológico que se emplee. Todos los receptores reciben la misma información pero cada uno la interpretará (significado) de manera distinta, esa diferencia es obra del Método. Por su parte, la ruptura de sus interpretaciones refiere la Unidad y transformación de las mismas a partir de propuestas adherentes a la realidad cambiante pero a su vez constante en el conocimiento, de suerte que los modelos expresen la consistencia epistémica, técnica y metodológica de su accionar empírico trascienda la especulación teórica y alcance la designación de lo objetivado. Resuelto el tema de la ruptura, las particularidades adquieren una función técnica-metodológica singular a las múltiples formas de enseñar con el preciso objetivo de educar en el saber. Sin duda que formular nuevas particularidades comprende la constante verificación y atribución de modelos propios sincrónicos con disimiles realidades. Pensar y hacer educación en la heterogeneidad histórica, económica y cultural de las pluralidades étnicas, exige la más amplia contrastación entre teoría y realidad, entre pensamiento y realización de ese pensamiento, el cual, sin menester de su diversidad, debe lograr la unicidad de sus razones colectivas y la multiplicidad de sus funciones.
Es probable que en algunas sociedades, el concepto de INNOVACION EDUCATIVA figure como circunstancia novedosa y quizás, en algunas de ellas, la innovación educativa haya sido substituida por el practicismo, el tareismo y la práctica educativa superficial y especulativa. Esto se debe a la confusión constante con las innovaciones tecnológicas, bioquímicas y otras muy propias de las ciencias naturales, exactas y tecnológicas. En el mismo sentido, “no obstante de las bondades tecnológicas, su desorientación puede arrojar como consecuencia la extensión del modelo de mercado al mundo escolar que puede presuponer mayor diversidad de proveedores de formación o instrucción, atentos a la demanda, incrementando con ello las desigualdades que presupone reducir y finalmente, el resurgimiento injustificado del instruccionismo para lograr aprendizajes no formales que repercutan en desescolarización por rechazo a los sistemas escolares y con ello la crisis generalizada del sistema educativo y la posible desintegración y abandono del sistema por los docentes ante la falta de incentivos en la profesión”. Dichas condiciones pueden significarnos dos formas de paradigmas. Primero, el “paradigma técnico” en el cuál, el especialista dicta el ejercicio de buenas prácticas orientando al profesor a cambios curriculares en el contenido, metodologías y acción misma de la relación profesor-alumno para lograr eficiencia. En este caso puede presentarse el contrapuesto de no considerar las particularidades de la institución y de las características propias de profesores y alumnos. Segundo, en contraposición, pero no por ello más acabado, el paradigma de mayor contexto y crítica, en el cual destacan los contextos particulares del alumno, profesor y todos aquellos componentes que intervienen en la formación. En este sentido, innovar debería significar incorporar un sistema de valores y subvalores de todos los actores educativos y competencias individualizadas planteadas sistémicamente hacia el desarrollo organizativo y la enseñanza (desarrollo curricular).
“La INNOVACION EDUCATIVA implica creatividad, transformación, dinamismo, articulación sistémica de sus partes y particularmente conocimiento. Se construye a partir de la interacción e intervínculo de todos los órganos que hacen posible la existencia y funcionabilidad del sistema y su condición sincrónica depende de su representatividad de la realidad”; por tanto, en la educación escolarizada, lo más importante se expresa en el METODO y no en sus contenidos temáticos, debido a que éstos varían de acuerdo a las circunstancias, momentos históricos propios o condiciones supranacionales. Por ello, en materia pedagógica, la construcción del METODO comprende la participación de todas las partes, de la multidisciplina y de la interdisciplina, del conocimiento y la experiencia, de la ruptura epistémica constante que obliga al determinio pertinente de los nuevos elementos que se suscitan en el quehacer y en el PENSAR de la educación, así, la esfera de lo tecnológico y sus innovaciones adquieren un lugar importante en la Formación Educativa Integral, con pleno dominio de lo externo pero también con pleno dominio de lo propio, dado que en última instancia, las tecnologías innovadoras educativas consisten en apropiar sistemas, modificar procesos y transformar formas de enseñanza pertinentes a las conformaciones históricas, culturales y sociales de los individuos en quienes se ejecutan, la tecnología es, en última instancia, el completo control, uso y dominio de los elementos técnicos, teóricos, metodológicos y empíricos que resultan de la creatividad humana para transformar su realidad.